SANTORAL 25 MARZO

La tercera fiesta más importante en el calendario cristiano

La Encarnación supone la entrada de Cristo en la historia humana gracias al "sí" de María en la Anunciación

ctv-l13-encarnacin-y-anunciacin

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La Iglesia va celebrando a lo largo del Año Litúrgico los momentos más importantes de la Vida del Señor y que repercuten en nuestra Salvación. Indudablemente la Pascua de Resurrección marca el eje sobre cualquier otra festividad en el calendario cristiano. Después llega la Navidad, por la que el Verbo se hace Hombre y luego viene la Solemnidad de este 25 de marzo porque hoy, nueve meses antes de vivir la Navidad, celebramos la Encarnación del Señor

“Establezco hostilidades entre ti y la Mujer. Entre tu estirpe y la Suya. Ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón”. Con estas palabras, prometía Dios la salvación al género humano en el Paraíso, después de que Adán y Eva desobedeciesen el mandato del Señor. Esta promesa de Redención se hizo realidad al cumplirse la plenitud de los tiempos cuando envió Dios a su Hijo, nacido de mujer para rescatar a los que estaban bajo el peso de la Ley y recibir el don de ser hijos por adopción.

Es San Lucas, el evangelista, el que nos cuenta cómo el Señor envía al Arcángel San Gabriel a Nazareth de Galilea para ofrecer a una Virgen de nombre María, desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David el ser su Madre. El Plan de la Providencia es concebir un Hijo por obra del Espíritu Santo al que llamará Jesús, cuyo Reino no tendrá fin. Prueba de todo esto es que su pariente Isabel, que era estéril, ha concebido un hijo y ya está de seis meses.

María acepta desde la sencillez y la confianza en el Cielo, proclamándose la Esclava del Señor. Así comienza el designio salvífico sobre el hombre, para lo cual el Verbo se hizo Carne y plantó su tienda entre nosotros. Cristo no hizo alarde su condición divina, pasando por uno de tantos. El origen de la Encarnación del Señor se remonta a los primitivos tiempos coincidiendo con el equinoccio de primavera y extendiéndose a toda la Iglesia posteriormente.

Temas relacionados