
Madrid - Publicado el
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La Cruz de Cristo no siempre supone derramar sangre física. La cantidad de tarea y esfuerzos en favor de hacer el bien es una unión con el Señor Sufriente. Nos vamos acercando a la recta final de la Cuaresma, y el Santoral en este día nos presenta a la figura de San Braulio. Tuvo que poner orden en un ambiente de invasión de bárbaros y declive de Roma.
Se desconoce su lugar de nacimiento, así como la fecha, pero en el año 626 figura como Obispo de Zaragoza, la Cesaraugusta Romana. Discípulo de San Isidoro de Sevilla, asumió buena parte de su pensamiento en la aplicación de las normas eclesiales. Él sería precisamente quien lograse que el Obispo hispalense concluyese su obra más relevante: las Etimologías.
A lo largo de veinte tomos, recoge todo el saber procedente de sabios cristianos como paganas. Esta inapreciable publicación fue consultada tanto por cristianos, como por musulmanes y hasta no creyentes. Resultó un gran avance en la reflexión y la sapiencia de la época.
San Braulio es el artífice de los títulos de dicha obra. Durante su ministerio tuvieron lugar el Concilio V y VI de Toledo. En ellos se dictaron importantes normas que favorecieron la autoridad real, así como otras cuestiones de tipo eclesial y litúrgico.
Además se pidió que los Pastores de la Iglesia, tuviesen parte en la elección de los reyes, evitando el acceso a aquellos que no perteneciesen a la nobleza goda. Entre sus publicaciones, se encuentran las Actas de los Mártires de Zaragoza y otras 44 cartas, conocidas por toda Hispania. San Braulio, defensor de la unidad y de la Fe, muere entregando su alma a Dios.