Madrid - Publicado el
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La transparencia del Corazón de Cristo ha tocado de lleno muchas almas a Él consagradas. Hoy celebramos a San Claudio de la Colombière, un claro ejemplo de esto. Oriundo de Lyón en el siglo XVI, en su niñez estudia con los jesuitas. Nadie se imaginaba lo que iba a suceder porque era de un carácter tímido y no se veía capaz de ser acogido en ninguna Congregación.
Y sin embargo, de su acercamiento a el carisma de Íñigo de Loyola, surge su vocación a ese carisma. Una vez dentro de la Compañía como religioso, todos se admiran de su elocuencia. Precisamente por entonces es canonizado San Francisco de Sales.
Los superiores le envían a predicar un sermón en su honor a las Salesas. Todos se impactan de sus dotes. No en vano es enviado a Inglaterra. Su testimonio toca el corazón de muchos anglicanos que se convierten al catolicismo. Pero también surgen envidias de algunos miembros de esa confesión lo que hace que le expulsen.
Es destinado al Colegio jesuita de Paray-Le Monial. En ese ministerio pastoral se cruza con Santa Margarita María de Alacoque. Él le apoya cuando ella cuenta sus encuentros con el Divino Corazón de Jesús, porque no han faltado eclesiásticos que ponían en duda sus experiencias místicas.
De hecho, el Padre Claudio pasará a la Historia de la Iglesia como un gran difusor de esta Devoción, para disipar dudas de quienes no lo veían cierto. Muere al atardecer del 15 de febrero del año 1682. San Claudio de la Colombière fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II en 1992.