Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Nacimiento del Señor en Belén ha ayudado a adentrarnos en su Misterio. Lo explica bien San Juan cuando dice que “El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su Gloria”. Hoy, viernes después de Epifanía, dentro del Tiempo Litúrgico de Navidad, celebramos a San Gregorio de Nisa.
En su trayectoria tuvo que poner de relieve este Misterio del Dios Hombre ante las dificultades surgidas. Natural de Turquía en el siglo IV es hermano de San Basilio Magno y amigo de San Gregorio Nacianceno. Es un hombre abierto, intelectual y capaz de escuchar. Su reflexión le hace también formarse para futuras actividades docentes.
Después de su formación en Atenas -cuna del saber- e impartir clases de Retórica, se ordena sacerdote y se hace contemplativo. De hecho, su madre se había retirado a un Monasterio a meditar. Poco después es consagrado obispo de Nisa. Allí se encuentra con el arrianismo, que rechazaba la divinidad de Jesucristo y el Emperador lo profesa.
Cuando Gregorio condena esta desviación, sufre el destierro. Pero será apoyado en el Concilio de Nicea. También será obispo de Sebaste. Otra desviación que impactó fue el macedonianismo que rechazaba que el Espíritu Santo fuese la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
Acusado injustamente de no administrar bien la economía por sus enemigos, logra escapar de la cárcel, renunciando al Ministerio Episcopal. San Gregorio de Nisa muere en el año 395. Dentro de ese estudio no pueden pasar desapercibidas sus catequesis sobre el Misterio la Santísima Trinidad.