
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La sencillez de un hombre es más que suficiente para alcanzar la Santidad con la ayuda de Dios. Hoy celebramos a San Juan de Ávila. No hizo grandes milagros pero su humildad le llevó a ser inscrito en el Libro de los Santos.
Almodóvar del Campo, en la Provincia de Ciudad Real, vio nacer a este Santo en 1499 que estudió Teología y Derecho en Salamanca y Alcalá. Pero estos dones no le apartaron de Dios, sino antes bien, le acercaron más al Señor, ofreciéndole todo cuanto le había dado. Sintiendo deseos de servir a la causa del Reino intentó entrar en los Dominicos e ir a las misiones.
Sin embargo el Arzobispo Alonso Manrique, le pidió que trabajase en Sevilla, y Écija fue uno de sus principales campos de apostolado. La instrucción a los niños con el catecismo y la predicación, fueron las constantes en su tarea.
Pero junto a esto, hubo de soportar muchas calumnias y persecuciones que afrontó con gran serenidad, confortado por el Cielo. Los sacerdotes y su cuidado es otro de los puntos fundamentales que lleva con mucho esmero.
Al grupo de presbíteros a los que dirige, les exhorta a frecuentar los Sacramentos como forma de santificación. Y lo que iba a ser una vocación misionera, le consagró como Apóstol de toda la región andaluza. Todo su celo por el Evangelio, queda plasmado en sus escritos y meditaciones.
Morirá el año 1569, siendo canonizado por San Pablo VI en 1970. En su legado queda su Fe y su bondad, pero no tenía apenas bienes. Es Patrono del Clero Diocesano Secular español. Benedicto XVI, a petición de los obispos españoles, le nombró Doctor de la Iglesia.