Madrid - Publicado el
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Dios siempre habla a sus hijos en la intimidad y en el corazón. De ahí surgen grandes vocaciones. Una de ellas es Santa Isabel de la Trinidad que celebramos hoy. Natural de Bourges (Francia) en el año 1880. A los cuatro día es bautizada. De pequeña muere el padre y se queda la madre al servicio educativo con una extraordinaria rectitud, lo que le marca profundamente.
Muchos pensaban que le iba a dejar maltrecha, pero su salud y su crecimiento son muy robustos. En la Primera Comunión su sensibilidad espiritual intuye que Dios le llama a una vocación especial en la vida consagrada. Su carácter un poco tosco le hace sufrir pero se encomienda a Dios para irle suavizando.
Otra realidad que sucede en su trayectoria es que se muda a vivir cerca de un Monasterio de Monjas Carmelitas. Esto le hará plantearse muchas cosas de cara a la llamada de la providencia. Pero aún no da el paso. De hecho, participa en proyectos educativos de formación social. Su habilidad es tocar el piano. Incluso llega a conseguir un premio por sus melodías.
También lleva una vida muy de trato con sus amigos, compartiendo momentos de sano esparcimiento. La lectura de Santa Teresita le abre el corazón a la vida mística. Así ingresa en el Convento bajo la formación de una maestra de novicias con fama de Santidad que será la admiradora de la contemplación de Isabel.
En plena juventud enferma del mal de Addison, aceptando con paz los efectos dolorosos de esa dolencia. Santa Isabel de la Trinidad cuando muere en 1903, ve en ese momento la mejor oportunidad para unirse al Señor en la Cruz., como ya le ocurrió a Santa Teresita del Niño Jesús.