Madrid - Publicado el
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La Devoción popular siempre se ha fijado en los Santos como intercesores. Algunos de ellos han tenido especial evocación en el pueblo fiel. Hoy es Santa Lucía. Es una de las Santas más conocidas e invocadas del uno al otro confín del orbe. Su vida transcurre en torno a finales del siglo III y principios del IV. Procedente de una familia rica, nace hacia el año 283.
La ascendencia de sus padres es greco- romana. Su madre, sufrirá durante mucho tiempo una hemorragia. Su hija siente una gran ternura por la figura de Santa Águeda. Para pedir la curación marcha a Catania, cuna de esta Santa. Su vida, relatada por las Actas martiriales, había sido centro de atracción para muchos cristianos.
Un día se le aparece y le dice que su madre está curada. Lucía, por su parte, ya había hecho voto de consagración perpetua al Señor desde su Fe. Concedido el milagro, aprovecha para repartir los bienes entre los pobres, con el debido permiso de su madre. Sin embargo, el joven con el que se había comprometido sin darse cuenta de lo que ello suponía, le denuncia por su condición de cristiana.
Esto hace que sea detenida en pleno proceso de persecución sanguinaria contra los cristianos, en tiempos de Diocleciano. Sin embargo las amenazas del juez no asustan a la joven, dispuesta a soportarlo todo por el Reino de los Cielos.
Ante los diversos suplicios que le aplican, no hace sino ponerse más en las manos del Señor, alegando al Tribunal que nada le apartará del Amor que viene del Dios Único y Verdadero. Entre otras cosas, le llevaron a la hoguera, pero tampoco surtió efecto el suplicio, muriendo, finalmente bajo la espada. Santa Lucía es abogada de la vista.