
Madrid - Publicado el
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La formación de la Fe en el Señor que nos salva es el fundamento para alcanzar la Santidad de vida. Hoy recordamos a Santa Luisa de Marillac. Siempre estuvo rodeada de un ambiente proclive a Dios y su mensaje Salvador. Nacida en París el año 1591, procede de familia noble. El padre debe hacerse cargo de la hija porque la madre muere prematuramente. A este papel educador se unen los monjes de Poissy. Ella también contraerá matrimonio con alguien de la nobleza aunque parecerá más consagrada que esposa de hogar. De hecho, en su niñez ya quería ser capuchina pero los Caminos de la Providencia le llevaron por otros caminos. La situación de su solidaridad se acrecienta cuando enviuda. Su deseo se centra en los más necesitados. En estos momentos vive en la capital parisina San Francisco de Sales. Le ayudó mucho porque ya era un hombre de dulzura. Entonces, previa visión en sueños proféticos, se encuentra con San Vicente de Paúl. Desde ese momento será su Director Espiritual aunque al principio vació el Santo, para después aceptar. La fundación de las Hijas de la Caridad, por parte de éste hace que Luisa marque su impronta completando el carisma. El contacto entre ellos para asegurar esta obra de la Iglesia está garantizado. Ella siempre muestra gran disponibilidad, además de fortaleza para cumplir la Voluntad de Dios en lo que le pida. Santa Luisa de Marillac muere en el año 1660. Está enterrada en la misma Capilla en que la Virgen de la Medalla Milagrosa se apareció a Santa Catalina Labouré.