Madrid - Publicado el
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Uno de los elementos más importantes en la iglesia es la celebración de las vigilias. Cumpliendo lo que pide el Señor en el Evangelio, hay que estar siempre alerta y en vigilancia. Especialmente la Noche Santa de Pascua es la Vigilia de vigilias. De la misma forma Pentecostés es la Segunda Gran Vigilia porque llega el Espíritu Santo que todo lo transforma y aquellas pequeñas comunidades se transforman en la Iglesia.
Y la que nos trae este día es la tercera más importante, situándose en este 24 de diciembre, también conocido como Nochebuena. En los primeros tiempos la Primitiva Comunidad se celebraba el Nacimiento de Cristo que fue paganizado cuando Roma persiguió la Fe cristiana.
Esa festividad se recuperó en el siglo IV cuando se retomó la celebración de la Navidad en el mes de diciembre como era anteriormente, según la tradición. El Papa Sixto III propuso, entonces una celebración que se introdujo y que se llamó “Vigilia de Medianoche”, o también “Misa del gallo”. La importancia de este elemento se hereda de la tradición judía.
Y la Iglesia adelanta algunos acontecimientos tan importantes en las vísperas para señalar que en sólo 24 horas no se puede contener la Gran Noticia. Este Pontífice quiso que se viviese el Nacimiento del Salvador con una Misa tan pronto como hubiese cantando el gallo para señalar el 25 de diciembre.
Al inicio de la Celebración se leen las Calendas que repasan brevemente el contexto histórico en el que el Verbo de Dios se hace Carne. Dentro de la Misa se proclama el Evangelio del Nacimiento según San Lucas. Al final de la Misa se adora la Imagen del Niño Jesús y se entroniza en el Pesebre, dentro del Belén.