Madrid - Publicado el
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La Fuerza del Señor que vive hace que su Bondad no encuentre límites para llegar al corazón de todos los hombres. Hoy, segundo Domingo de Pascua y último día de la Octava Pascual, seguimos viviendo el Misterio del Señor Resucitado. Como en el Domingo de Resurrección, la Iglesia recuerda la incorporación a Cristo por el Bautismo, con el rito de la aspersión del agua, mientras el Cirio seguirá encendido a lo largo de toda la Cincuentena Pascual, hasta el 28 de mayo, Solemnidad de Pentecostés.
Este día también se llama “Domingo in Albis”. Esta palabra viene del latín “albis” que significa blancura. El motivo es que en la antigüedad este día los neófitos – los recién bautizados en la Noche Santa de Pascua - entraban a la Iglesia con las vestiduras blancas recibidas en el Bautismo Pero esta jornada, viene marcada también por la Fiesta de la Divina Misericordia, que fue instaurada en el año 2000 por el Papa San Juan Pablo II.
Dicha festividad se basa en las revelaciones del Señor a la monja polaca Santa Faustina Kowalska, encargada de difundir esta devoción por todo el mundo. En sus encuentros místicos con la religiosa, Cristo le mostró el corazón como Fuente de misericordia, pidiéndole que se celebrase una Realidad tan sublime. No en vano, el propio Pontífice San Juan Pablo II, dedicó la Encíclica Rico en Misericordia a este Misterio.
Los apóstoles de la Divina Misericordia, son sacerdotes, religiosos y laicos unidos para vivir el amor misericordioso de Dios desde la verdadera unidad fraterna y su proyección a los más necesitados, los pecadores. Esta familia espiritual, a la que el Señor pidió que hiciesen al menos una obra de misericordia diaria, obtuvo aprobación en Cracovia el año 1996, y actualmente se encuentra en 29 países. Así concluye la Semana Grande de la Resurrección.