San Beato de Liébana, abad y catequista

El Señor fue formando a sus más íntimos con obras y palabras. De hecho les encargó que predicasen cuanto había visto y oído como testigos del Evangelio. Algunos pusieron por escrito lo que dijo e hizo. Son los evangelistas. Y en esos primitivos tiempos hasta llegar a la modernidad los manuscritos, pergaminos y obras religiosas como los templos e imaginería eran verdaderas catequesis. Hoy, VII Domingo del Tiempo Ordinario, nos encontramos con San Beato de Liébana, gran catequista en la Hispania de Elipando.

Su vida se sitúa en el siglo VIII. Nacido en Liébana, en los Picos de Europa, procede de una familia noble con señorío en esas tierras. Dada su vocación es ordenado sacerdote y se especializa en Sagrada Escritura, llegando a ser abad del Monasterio Lebaniego. Por entonces gobierna la Sede Primada en Toledo Elipando. Imbuido de herejías que provenían de Francia, se hace adopcionista. Dicha desviación defendía que Cristo era un Hombre designado por Dios como un Hijo adoptado, pero nada más.

En el fondo era una prolongación del arrianismo que iba en esa línea. Beato le rebate de palabra y por escrito, ayudado por San Eterio, obispo de Osma y que también estuvo en Cataluña. De hecho escribió “El Tratado contra Elipando”, poniendo de relieve sus errores para advertir al Pueblo fiel de la verdadera Fe. También el filósofo anglosajón Alcuino de York salió en defensa de la Verdad defendida por su amigo, el Monje lebaniego.

Las dificultades hicieron que se convocase un Concilio en Francfort donde Elipando se retractó de sus errores y abrazó la Doctrina Católica sin objeciones. Después de resolver estos problemas, se puso de relieve la gran obra que fue el Códice Beato con los comentarios al Apocalisis en imagen. Se caracterizó, sobre todo, por la representación de la tierra redonda. San Beato muere hacia el año 789. Este año al caer en domingo el 16 de abril, fecha de Santo Toribio de Liébana es Año Santo Lebaniego.