San Felipe Neri, alegre en el Espíritu de Dios
Publicado el
2 min lectura
La alegría es uno de los frutos más preciados del Espíritu de Dios. Hoy recordamos a uno de esos Santos que más se inundó de la felicidad de Dios y así lo contagió en su tiempo a quienes le rodeaban: San Felipe Neri. Nacido en Florencia en el año 1515 es hijo de un prestigioso notario italiano. Desplazado a Roma, estudió y enseñó Teología. Al mismo tiempo se sintió llamado a vivir la caridad con enfermos y necesitados.
Incluso llegó a vender sus libros para esta causa con todos los fondos obtenidos de esa venta. Eran los primeros pasos para fundar con su guía espiritual la Confraternidad de la Santísima Trinidad. En ella se acogía, además de los citados anteriormente, a los peregrinos que llegaban a visitar las Tumbas de Pedro y Pablo. Ordenado sacerdote, ingresará en la Comunidad de la Iglesia de San Girolamo de Roma.
Por entonces, comienza a fraguarse su posterior carisma porque en la Iglesia adapta una de las naves para los cada vez más asistentes a sus canciones impregnadas de fervor espiritual, entonando alabanzas al Señor con cantos e himnos inspirados. Todos saborean las melodías y parece como si se cumpliese lo que aseguraba San Agustín de que ·quien canta, ora dos veces”. Además son en lengua vernácula -italiana- lo cual contribuía a una mayor interiorización.
Aquí colaboraron el sacerdote español Francisco Soto de Langa, así como los compositores Giovanni Perluigi de Palestrina y Tomás Luis de Vitoria. Entonces funda la Congregación del Oratorio. Los estatutos fueron aprobados por el Papa Pablo V y se componen de grupos de sacerdote que no tiene reglas de comunidad aunque vivan en ella siguiendo unas normativas mínimas. San Felipe Neri muere en 1595 en Roma, y si por algo se caracteriza es por su dinamismo y alegría lo cual fue un testimonio para cuantos le rodeaban.