San Francisco Coll: Fundador de las Dominicas de la Anunciata
Madrid - Publicado el
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El Misterio Pascual nos hace profundizar en la vida de la Iglesia para revitalizarla. Hoy recordamos a uno de estos renovadores para una mejor vivencia del Evangelio: San Francisco Coll. Nace en Vic en 1812. De familia numerosa, cuando muere el padre la madre les da una educación muy cristiana. Sintiendo la llamada al sacerdocio ingresa en el Seminario de su Diócesis y, posteriormente se incorpora a la Orden de Predicadores en el Monasterio de la Anunciación de Gerona.
Tras el año de noviciado y la profesión religiosa, se entregó al estudio de la teología y recibió las órdenes sagradas hasta el diaconado. En 1835 el Gobierno suprime las órdenes religiosas por lo que tiene que abandonar el Convento con todos su hermanos. En medio de la dureza creada se mantuvo fiel a los superiores observando todas las normativas, a pesar de que en la Provincia de Aragón no se pudieron abrir nuevas casas de ellos.
Todo eso lo enfocaba desde la Voluntad de Dios que le inspiraba a ofrecerse al obispo dado el escaso número de sacerdotes porque la mies es mucha y los obreros son pocos. De acuerdo con sus superiores el obispo lo envió como coadjutor a la parroquia de Artés, primero, y poco después, en diciembre de 1839, a la de Moià. A pesar de los peligros que corría un fraile convertido en sacerdote diocesano siempre fue un fiel servidor de Santo Domingo de Guzmán.
Tras formar parte de la Hermandad Apostólica del Padre Claret, recibió el título de “Misionero Apostólico” y así lo ejerció por diversas comunidades diocesanas. Difusor del Rosario y el amor a la Virgen, fundó las Dominicas de la Consolata, presentes en Europa, América, Asia y África. La enfermedad se le fue agravando a San Francisco Coll con achaques hasta su muerte ocurrida en Vic -la misma ciudad que le vio nacer- en 1875.