San Isidro, campo madrileño de Dios
Publicado el
2 min lectura
El Espíritu del Señor aletea sobre la Iglesia y suscita personas que vivan el Evangelio de forma natural y sencilla. Hoy la Iglesia nos presenta a San Isidro Labrador, siempre imbuido de corazón pequeño. Nacido a finales del siglo XI, es de ascendencia mozárabe. Hombre de gran sencillez y humildad, contrae matrimonio con Santa María de la Cabeza, también de este mismo origen. Fruto de este matrimonio, nace un hijo llamado Illán, que igualmente fue Santo.
Gran adorador de Cristo Eucaristía, profesa igualmente una tierna devoción a la Virgen María -en Madrid Nuestra Señora de La Almudena-. Trabajador al servicio de Don Juan de Vargas, todos los días va a Misa para ofrecer las tareas y todos los beneficios recibidos de la Divina Providencia, antes de ir a labrar. Las envidias no cesan. Un día es acusado por otros jornaleros de su amo de descuidar la tarea del campo.
Cuando el dueño va a ver se encuntra a San isidro orando y el campo a punto en su tarea. Entre los milagros que se le atribuyen está la resurrección de su hijo, cuando cae a un pozo. Las oraciones de los dos esposos, hacen que el Señor les devuelva a su hijo sano y salvo. Pero no será esta la única resurrección que haga, puesto que a la hija de su amo, ahijada suya, se la devuelve también con vida a sus padres. Después de una feliz ancianidad, colmado de años, muere en olor de santidad.
Varias décadas después, fue descubierto su cuerpo, que se hallaba incorrupto, actualmente enterrado en la Colegiata, levantada en su honor. Beatificado por el Papa Pablo V en 1619, se fija el 15 de mayo como el día de su fiesta. Un retraso en la Bula de su canonización, debido a la muerte del Papa Gregorio XV, hace que sea finalmente Benedicto XIII el que le eleve a los altares. Juan XXIII le declara Patrón de los agricultores y las gentes del campo. También es Patrón de Madrid.