San Lorenzo, fuego de servicio a Dios y a los pobres

El Señor dejó su impronta entre sus discípulos cuando les dijo que el Hijo del Hombre no había venido como los poderosos de la tierra a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos, en alusión a la multitud. Hoy celebramos a un Santo que tuvo estos siempre en cuenta hasta el punto de dar la vida por Cristo entre los más necesitados: San Lorenzo. Su nombre significa “laureado” porque proviene del latín.

Su nacimiento se sitúa en Jaca (Hispania) en el siglo III. Su gran anhelo era estar en la Ciudad culmen de la espiritualidad, Roma. Su deseo tan noble fue escuchado por Dios y un día llegó a la Capital del Imperio. El Papa Sixto II viendo sus dones sobrenaturales le hace servidor de los pobres. Así se asemeja semejanza de aquellos hombres designados por el Espíritu a quienes los Apóstoles les encargaron el servicio a Dios y a los necesitados, ya que la Comunidad Apostólica debía encargarse más del culto.

Por entonces el Emperador Valeriano tiene una fobia muy dura hacia los cristianos y ha decretado un endurecimiento de la persecución contra ellos. En una de las redadas es detenido también Lorenzo. Él iba a ser el último ajusticiado, pero las circunstancias les pusieron el primero en beber el Cáliz del Señor entre los apresados. El hecho es que el Prefecto le ordena severamente entregar todos los tesoros que tiene la Comunidad Cristiana.

Le da de plazo varios días. Cumplido el tiempo

vuelve con todos los más pobres que él asistía y le garantiza al César que esos son las auténticas riquezas de la Iglesia. Enfurecido el Gobernante porque pensó que era una burla, ordenó que Lorenzo fuese el primero en morir en una parrilla a fuego lento.