San Pedro Celestino, pastor contemplativo de la cristiandad
Fue el papa n.º 192 de la Iglesia católica desde el 5 de julio de 1294 hasta su renuncia al cargo, el 13 de diciembre del mismo año
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La vida del cristiano está impregnada de la Obra del Espíritu Santo que nos guía amorosamente por los caminos de santificación. Hoy celebramos a San Pedro Celestino, que fue un instrumento fiel en las Manos de la Providencia allá donde le condujo. Nacido en Isernia –Italia- el año 1215, sus padres son de una gran base cristiana, que transmitirán a sus doce hijos al educarles en la Fe y en las cosas materiales.
En su santidad de vida, oraban al Señor del Cielo pidiendo que uno de los hijos fuese sacerdote, petición que fue escuchada en Pedro, quien, a los 17 años ingresa en los Benedictinos, marchando posteriormente como eremita a los Montes de Castelnegro, para alearse más plenamente del mundanal ruido. Allí las multitudes se acercan para escucharle, con lo que debe marchar a otros lugares para recuperar su soledad como le pide el Señor.
Pronto vendrán gentes que le quieren imitar, a los que se les conoce como “Celestinos”, aprobados por Gregorio X en 1274 con dieciséis Conventos fundados. Estando en Monte Murrone, le comunican que en el Cónclave ha sido elegido Papa, algo que él, en un principio, no acepta por humildad. Al final le convencen, imponiendo él la condición de vivir en una choza que le construyan en Nápoles, junto a Carlos II.
Su pastoreo de la Iglesia, no está exento de dificultades, a las que se une su condición de místico contemplativo que le hace renunciar al final, situación que le es aceptada y ratificada por su sucesor Bonifacio VIII. El nuevo Pontífice, envía a su antecesor a Monte Fuone, un castillo donde Pedro Celestino, podría orar hasta su muerte ocurrida en 1296, siendo canonizado poco tiempo después; concretamente en el año 1313.