Santa Águeda, mártir por su fidelidad a Cristo
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Seguimos en los primeros días de febrero con Santos de renombre. Y es que si el viernes, celebrábamos a San Blas, Obispo muy popular en el calendario cristiano, la Santa de hoy no lo es menos. Se trata de Santa Águeda. Nacida en Catania en el siglo III, procedía de una familia muy distinguida. Dios le había adornado con grandes dones y una hermosura singular. Sin embargo, ella vivía el consejo evangélico de atesorar tesoros en el Cielo.
Allí no hay polilla ni carcoma que se los coman. Por ello renunciaba a todo lo que pueden ser las pompas mundanas. Coincidiendo con la persecución de Decio contra los cristianos, el Senador Quintianus, reparó en la belleza de aquella adolescente. Llevada a su presencia, el Prefecto quiso poseerla, pero ella adujo su condición de esposa de Cristo, el Único al que se debía. Así se enteró de que era cristiana.
Fue entonces cuando le pusieron en las manos de una malvada mujer, con intención de disuadirla del camino que había tomado. Sin embargo la joven permaneció firme y no se apartó de la senda trazada, por lo que sufrió multitud de suplicios. Según la historia, una de esas noches se le apareció el Apóstol San Pedro que le confortó y le curó. Los soldados viendo que no tenía restos de sus lesiones, le volvieron a torturar.
Finalmente fue arrojada a unos carbones encendidos en Catania (Sicilia), siendo merecedora de la doble corona: la de la virginidad y la del martirio. El suplicio de la Santa está representado en una pintura que tiene la Iglesia dedicada a ella en Roma. Su nombre forma parte del martirologio y se encuentra incluido en el Canon Romano, que leemos en la Misa. Santa Águeda es Patrona y también Protectora de las mujeres.