Santa Beatriz de Silva devota de La Inmaculada
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Desde las contrariedades de la vida, Dios conduce su obra por la Santificación de las almas y en bien de los hombres. Hoy celebramos a Santa Beatriz de Silva, que sufrió tantas contradicciones que llevaron a un encuentro especial con el Señor. Nace entre los años 1426 y 1437 en Capoamor (Reino de Portugal). Su padre había luchado en el siglo XV en la conquista de Ceuta, a las órdenes del capitán Meneses, casándose con su hija.
Fruto de este matrimonio, nacerán once hijos, siendo canonizados Beatriz y Amadeo. Posteriormente el rey Don Juan I ofreció a su padre la Alcaldía de Campomayor, ciudad fronteriza dentro de los límites de España. En ese lugar los once hermanos recibieron la más esmerada educación cristiana y humana. Cuando el monarca se traslada con la corte a Tordesillas, en Valladolid, las envidias de la reina, llevan a Beatriz a sufrir un encierro en un baúl.
La Virgen pondrá su mano y ella se librará ilagrosamente. Así llegará al Convento de Santo Domingo el Real en Toledo, donde vive en la más absoluta soledad, buscando el olvido, hasta que funda con un grupo de doce compañeras que le siguen, la Orden de la Inmaculada Concepción -también llamadas Concepcionistas Franciscanas-, aprobada por el Papa Inocencio VIII, en la Bula “Inter Universa” en el año 1489.
Poco tiempo pudo dirigirla como Superiora ya que Santa Beatriz de Silva muere después de haber tenido una revelación de la Reina de los Cielos, en 1492, año del Descubrimiento del Nuevo Continente. En la visión le hablaba del Premio del Señor a su obra. Su obra se extendió por toda Europa y América, contando con más de 150 Monasterios cuando fue canonizada por el Papa San Pablo VI en el año 1976.