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Recuerda el Evangelio que quien a vosotros acoge a Mí me acoge. Y quien a vosotros menosprecia, a Mí me menosprecia. Hoy celebramos a Santa Elena que estuvo siempre relegada a un segundo plano, incluso en el ámbito familiar. Nacida en Daprasano (Nicomedia), es originaria de familia pobre, inmersa en el paganismo. Ya de pequeña siente horror ante las matanzas de cristianos, y no entiende esta masacre.
A los 23 años contrae matrimonio, del que nacerá Constantino. El esposo es un militar de alto rango. Posteriormente su marido la repudia para poder casarse con la hijastra del emperador Maximiliano y mantener el poder, llevándose a la Corte a su hijo. Esta realidad hizo que ella se afianzase en la Fe. El testimonio de Eusebio de Cesarea habla de la condición cristiana de Elena quien, sin duda tiene parte en el Edicto de Milán.
Aquí Constantino decreta el fin de la persecución contra los seguidores de Cristo. Previamente, tiene lugar la batalla del emperador contra los bárbaros, venciéndoles gracias a la Cruz que vislumbra en el Cielo y la inscripción en la que leyó: “Con esta Señal vencerás”. Cuando la madre llega a los setenta años, marcha a Tierra Santa para descubrir el Santo Leño donde el Señor entregó la vida por todos los hombres.
Para ello, al salir las tres cruces en las excavaciones puso un enfermo sobre cada una, reconociendo la del Redentor como aquella sobre la que sanó la moribunda que había colocado encima. Una vez hallado el Árbol Salvador, hicieron tres partes que fueron repartidas entre Constantinopla, Jerusalén y Roma. Después de morir en el año 330, las reliquias de Santa Elena se llevaron a la Ciudad Eterna donde reposa actualmente. Es Patrona de la arqueología.