Santa Margarita de Escocia: La Santa reina, madre y consejera de los necesitados

Una de las principales advertencias que hace el Señor en el Evangelio es que mandar es servir. Gracias a ese servicio se entiende todo como un don espléndido recibido de Dios y del que hay que dar cuentas. Hoy, 16 de noviembre, es Santa Margarita de Escocia que vivió esa entrega. Nace en Hungría hacia el año 1046.

Procedente de familia noble, también cuenta con santos en su ascendencia, lo cual hace que su sangre tenga seguramente más sentido sobrenatural que real. Por parte de su padre, que nunca llegó a reinar, estaba su bisabuelo San Eduardo, y en la rama materna San Esteban, rey de Hungría. Sin embargo, ella llegó a ser reina tras casar con el rey de Escocia. 

Su vida en el palacio fue de lo más ejemplar que se pueda conocer. Nunca descuido la educación espiritual y humana de sus hijos, y hasta todos los cortesanos se acercaban a hablar con ella, porque la consideraban su paño de lágrimas y experta en saber aconsejar ante las dificultades que se les presentaban en la vida. El amor desde la caridad y el servicio eran sus principales constantes, leyendo en sus momentos de meditación vidas de Santos. A ella se debe la restauración de diversas iglesias, así como la Abadía de Dunferline. 

También promovió la celebración de varios concilios para poner fin a los excesos cometidos contra la Fe por parte de muchos herejes que se habían desviado de la senda de la Iglesia. Al morir su marido y su hijo en plena batalla, sufrió hasta tal punto que la enfermedad le afectó y le llevó a la muerte el año 1093 en Edimburgo. Patrona de Escocia y de las familias numerosas, Inocencio IV le canonizó en 1250.