Santa María de Nagasaki, catequista y mártir
Madrid - Publicado el
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El ejemplo de los Santos, y sobre todo lo que terminan derramando su sangre por el Evangelio, cunde en los que les rodean. Hoy celebramos a Santa María de Nagasaki que, aprendió del testimonio que le habían dejado sus familiares más directos. Nacida en la ciudad japonesa de Nagasaki hereda de su familia un profundo espíritu cristiano. Sus allegados le contaron la historia de sus padres que habían sido martirizados por su fidelidad al Señor, cuando ella era muy joven.
Siguiendo ese mismo camino, aparecen en su entorno dos agustinos recoletos, los hispanos: los Padres Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio. Estos habían llegado unos meses antes al pueblo nipón. Ella tras oirles predicar se sintió llena y pidió vivir esa misma espiritualidad como una terciaria agustina recoleta. Entonces su forma de proceder era la oración para un trato muy especial y diario con el Señor
Esto lo acompañaba de la lectura de libros religiosos que le alimentasen su amor a Dios. Con todo esto su apostolado fue muy fecundo porque Dios, a través de su testimonio calaba en el corazón de los otros. La persecución llevó a la captura de los dos misioneros, pero María no se sintió desanimada. La alegría siempre estuvo presente en su corazón. De esta manera impulsó a todos a no tener miedo. Siempre asistía en los hogares pidiendo que les bautizasen pronto.
También visitó a los enfermos y les dio una ilusión por vivir. Muchas personas se atemorizaron y vacilaron rindiéndose en el contexto de la persecución. No así María que, vestida como terciaria agustina recoleta se acercó a las autoridades para dar su razón de cristiana. Cuando le persuaden para que lo deje, ella se reafima más en la Fe. Entonces sufre el martirio con horribles suplicios se encomeinda a la Providencia y siente la fuerza del Espíritu. Santa María de Nagasaki muere en el año 1634.