El santo "campeador" de la unidad en la fe en Córdoba

San Eulogio de Córdoba es de esos Santos que dejaron escuela con diversidad de seguidores que abrazaron la Cruz y consiguieron la palma del martirio, y él también siguió los pasos de otros. Después de lo que supuso el Imperio Romano con la persecución durante cuatro siglos, Córdoba también fue un lugar de defender la Fe en el siglo VIII y en el IX , aunque costase la muerte.

Y tras la estela de Eulogio está Rodrigo, a quien celebramos hoy y muy unido a Salomón, compañero en la cárcel y de suplicio. Cuando Eulogio refiere el hecho del Santo que traemos a colación hoy, lo contextualiza en el tiempo en el que los moros se escandalizaban de la división entre ellos propios cristianos. Y se escandalizaban porque el Señor en el Cenáculo había pedido especialmente por la unidad y ahora había divisiones con lo cual el martirio era una cura de humildad para que las almas volviesen a Dios.

Nacido en la provincia de Córdoba, la vida de Rodrigo se desarrolla en torno al siglo IX. Su cercanía a Dios le había hecho consagrarse y ordenarse sacerdote. Tenía dos hermanos: uno que profesaba la religión musulmana y otro que era cristiano no practicante. Las peleas entre ambos le hicieron sufrir mucho y Rodrigo se vio más de una vez en medio de las discusiones. Un día fue denunciado por su condición de cristiano, siendo metido en el calabozo.

Allí encontró a otro compañero de suplicio de nombre Salomón, que fue un estímulo en su perseverancia en medio de las dificultades. Ambos vivieron ese apoyo al acercarse el momento de llegar al Padre del Cielo. Su impulso espiritual mutuo y humano fue tal que parece como si se hubiesen conocido de siempre. Cuando volvió ante el gobernante se reafirmó en la Fe, por lo que decretó que San Rodrigo muriese decapitado.