El Santo que unió en su vida el amor a Dios y al prójimo

Recuerda San Pablo en su Primera Carta a los Corintios, en el Capítulo 13 que ya podría tener el donde lenguas y de mover montañas, incluso dejarme quemar vivo, pero si no tengo amor soy como un címbalo que retiñe porque de nada me aprovecha. Y presenta la caridad, como la virtud más sublime. Esta es precisamente la base en el obrar de San Vicente de Paul, que hoy celebramos. 

Aquitania en Francia, vería nacer el año 1581 a este Santo, que, ordenado sacerdote, fue un celoso pastor de almas en París. Su espíritu de caridad, siempre estuvo impregnado de la oración, ya que él mismo señalaba que, sin el trato diario con el Señor en el Sagrario, no podía dar los frutos debidos. Y de hecho, fue muy cundido el elenco de obras buenas que recibían providencialmente la aprobación de Dios. 

Entre las obras de apostolado que llevó a cabo, destacan la organización y desarrollo de las misiones populares, además de una atención especial a los sacerdotes, así como a los pobres, en los que descubría el rostro del Señor. De esta manera formaba a cuantops se acercaban a la Fe para que profundizasen en el conocimiento de lo que creen. A fin de realizar mejor estas iniciativas, fundó los P P. Paúles y las Hijas de la Caridad. 

De esta menra llegarían al camino de santificación viendo que todo lo que hiciesen a los demás de bueno se lo hacían al propio Cristo para que se lo contase en su haber por toda la Eternidad en el Cielo. Para las Hijas de la caridad recibió el apoyo de Santa Luisa de Marillac. Muere en París año 1660. Siempre que estaba en Oración ante el Sagrario y llamaba un pobre decía que dejaba a Dios en el Sagrario para atender a Dios presente en ese mendigo necesitado.