San Pedro Damiani
Nacido en Rávena a principios del siglo XI y dedicado a la vida monástica, llevó a cabo fundaciones y fue elegido Abad
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Cristo en el momento antes de entregar su Vida por la Salvación de las almas ora por la unidad de los hombres evitando cualquier división que desemboca en el pecado y la muerte. Hoy, Domingo I de Cuaresma, la Iglesia nos presenta a San Pedro Damián que padeció esta realidad en el seno familiar como se nos relata en su vida. Nacido en Rávena a principios del siglo XI, fue el último hijo en una familia numerosa muy pobre.
El santoral de hoy, domingo 21 de febrero
Aquí viene un detalle que le marcará toda su existencia. Y es que al quedar huérfano de padres, se hizo cargo de él uno de sus hermanos que le trató con bastante dureza. Al no poder soportar la situación, se marchó de casa. El problema encontró solución en que tuvo que acogerle otro de sus hermanos, que fue muy dulce con Pedro. Una diferencia total con el anterior.
Como se llamaba Damián, Pedro en gratitud se puso Damián de segundo nombre. A partir de ahí buscó su vocación en la consagración. Dedicado, por tanto, a la vida monástica, llevó a cabo fundaciones y fue elegido Abad. La ejemplaridad cundió entre sus hermanos de Convento porque le veían muy entregado a la ascética del sacrificio y la renuncia a cuantas cosas podían apartarle del camino de la Salvación que la Providencia le había trazado.
Pero tal fue su vida penitencial, que le pidieron que moderase los sacrificios que hacía. Ese periodo contemplativo fue muy bien aprovechado por Dios que le puso en el camino otra tarea distinta, eso sí, dentro de la consagración. Nombrado Obispo, gastó sus fuerzas en bien de la Iglesia, cumpliendo fielmente los encargos que le hizo el Papa. Sus escritos ponen las bases de la reforma gregoriana que llevaría a cabo posteriormente el Papa San Gregorio. Muere el año 1072.