Viernes de la Octava de Pascua

Ya resalta San Pablo que el Señor Resucitado se apareció a la Comunidad Apostólica durante cuarenta días para disipar cualquier duda. Hoy, sexto día de la Octava de Pascua, volvemos también la mirada hacia el Resucitado precisamente para disipar cualquier duda. Siempre es nuestro deber y salvación glorificarte Señor, pero más que nunca en este día, en que Cristo nuestra Pascua ha sido Inmolado.

El santoral de hoy, viernes 8 de abril

La Piedra que desecharon los arquitectos es ahora la Piedra Angular. Es el Señor quien lo ha hecho. Ha sido un milagro patente. Os bendecimos desde la casa del Señor. Él es Dios y Él nos ilumina. Ordenad una procesión con ramos hasta los ángulos del Altar. Ángeles del Señor bendecid a Dios. Ensalzadlo con himnos por los siglos. Su Majestad sobre el cielo y la tierra, Él acrece el vigor de su pueblo. Cantad al señor un cántico nuevo.

Resuene su alabanza en la Asamblea de los fieles. Que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras, porque el Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes. Gracias se han dadas al Padre que nos pasó a su Reino donde se vive de Amor. Alegría hermanos. Que si hoy nos queremos es que Resucitó. La trayectoria del Resucitado nos conduce a la pesca milagrosa después de la Resurrección.

También en aquel momento los Apóstoles vuelven abatidos. La presencia de Cristo en la orilla les hace advertir escépticos un Joven que les pregunta si han pescado algo. Ante la negativa les anima a echar de nuevo las redes y pescan además, sin reventar la red. Así le reconocen y almuerzan con el pescado que les ha preparado. No queda ninguna duda en ellos porque saben bien que se trata del Señor. La muerte ha sido vencida y absorbida en la victoria. El color blanco es el que guía las celebraciones litúrgicas de este periodo.