San Juan ermitaño
Tras una juventud en el ejercicio de la carpintería, oficio que aprendió de su humilde familia, se pone en manos de un monje que orientará a la austeridad en busca de Cristo
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En la Escritura el Salmo recuerda “Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro”. Así han vivido muchos Santos ermitaños. Hoy es la conmemoración precisamente del anacoreta San Juan. Nace en Licópolis – hoy Asiut- a comienzos del siglo IV. La mayor parte de su vida estuvo en Tebaida, dedicado a la oración y la penitencia.
Tras una juventud en el ejercicio de la carpintería, oficio que aprendió de su humilde familia, se pone en manos de un monje que orientará a la austeridad en busca de Cristo. Alimentado de hierbas y frutos silvestres, duerme poco y dedica muchos ratos a expiar sus pecados. Toda la gente que le conoce coincide en su sencillez, además de una alegría desbordante. Su ayuno es algo que va dentro de su corazón, sin ningún tipo de alarde, siguiendo el mandato evangélico que pide a quienes ayunen que se perfumen y se laven para que sólo lo note el Padre del Cielo.
El santoral de hoy, sábado 27 de marzo
Con el tiempo acudirán a él otras muchas personas que se sienten tocadas por la Providencia a la conversión y al cambio. No faltan personas que van en busca de consejo y ayuda espiritual para obrar y proceder siempre con la mejro rectitud de intención que agrade a Dios. Entre ellos se encuentran algunos militares, así como legados que envía el propio Emperador Teodosio.
Con el paso del tiempo, el monje Evagrio del ponto y su discípulo Paladio van a visitarle. Tras una cálida acogida, profetiza a Paladio su próxima elección como Obispo, y las cruces que sufrirá. Y es que Juan el ermitaño recibía de Dios gracias especiales sobre el conocimiento de almas, por lo que hace también profecías como en este caso. Tras 75 años en el desierto, el eremita San Juan muere en el año 394.