Santa Rita de Casia
Su cuerpo quedó incorrupto y aún se conserva la tradición de las rosas de Santa Rita que se bendicen en conventos agustinos
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Una de los requisitos para entrar en al Gloria que el Señor Resucitado nos abrió es la capacidad de perdonar y pasar página ante las adversidades. Hoy celebramos a Santa Rita de Casia, que vivió en sus entrañas lo que es la necesidad de buscar la paz y la reconciliación. Nace en Italia, en 1380, fruto del matrimonio de dos labradores sencillos en Roccaporena, zona de los Apeninos centrales. Ella aprende de la humildad y la sencillez de sus padres y tiene un corazón grande que no le cabe en su ser.
La prueba llega cuando ha de casarse. La tradición de esos tiempos medievales es que los padres buscasen al pretendiente y se asegurasen de que fuese el mejor. Ellos, en su nobleza, creen haberle encontrado y se produce el casamiento. Pero lo que parecía un ambiente feliz, se torna violento. Rita descubre que su esposo es una persona de duelos medievales, capaz de reñir y pelearse con cualquiera, ajustando las cuentas al que se le pusiese por delante.
El santoral de hoy, sábado 22 de mayo
Casualmente, le nacen dos hijos que participan de la forma de ser del padre. Rita no ceja en su oración insistente y un día logra que su esposo emprenda un camino de transformación y conversión. Pero, al poco, unos hombres le traen a su esposo muerto de una puñalada. A ella no le queda claro si ha sido un atraco o un ajuste de cuentas por la conducta de su esposo en tiempos pasados. La cuestión es perdonar. Pero la cruz se acrecienta, porque sus dos hijos respiran venganza justiciera queriendo encontrar al culpable y devolverle mal por mal.
Ella como madre pide al Señor por sus hijos. Llega una epidemia de peste que les afecta y mueren antes de llevar a cabo su empeño. Rita, entonces, ingresa en las agustinas de umbría. Su vida se torna penitente, que es un pequeño añadido a su corazón de esposa orante. Así es el momento final de su vida hasta la muerte ocurrida en el año 1457. Su cuerpo quedó incorrupto y aún se conserva la tradición de las rosas de Santa Rita que se bendicen en conventos agustinos. Es abogada de los imposibles.