Santos Jenaro, Fausto y Marcial: las tres coronas de Córdoba

Sin duda, la Virgen cuando se apareció a Santiago a orillas del Ebro, le quiso infundir el ánimo ante el abatimiento por la escasez de conversos a la Fe. La protección de Dios, a través de su Madre, era la provisión de grandes creyentes en todos los tiempos. Algunos luchando contra la persecución como los Santos Jenaro, Fausto y Marcial que conmemoramos hoy 13 de octubre, Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario. 

Se les presenta como hijos de San Marcelo, centurión romano que se convirtió y pasó por el desprecio y el martirio en León probablemente, y cuya fiesta es también en este mes. Hecha la ubicación de los tres y su vinculación familiar, hay que presentar a los hermanos como personas firmes en el seguimiento de Cristo. Por entonces en Córdoba gobernaba Eugenio. Era principios del siglo IV. 

Poco faltaba para el Edicto de Milán, por el que se permitía la libertad religiosa y se prohibía cualquier masacre contra los cristianos. Pero antes de pasar todo eso la manera de finalizar el gran poder del Imperio perseguidor era recrudeciendo y quemando los últimos cartuchos contra el cristianismo. Eugenio era cruel y sanguinario y la gente tenía mucho miedo. No así estos hermanos. Cuando tuvieron ocasión se acercaron al Prefecto a preguntarle a qué se debía ese afán de crueldad. 

No temían malos resultados, ni desencadenamientos violentos. A fin de cuentas el maestro siempre recordaba que quien dé la cara por mí también el Hijo dará la cara por él en el Tribunal. Arrestados no tuveron un interrogatorio dulzón como había pasado con otros mártires a los que se les dió aparente oportunidad de apostatar. Directamente sufrieron muchos suplicios hasta que mueren quemados en la hoguera. El biógrafo Prudencio llama a Jenaro, Fausto y Marcial “las tres coronas de Córdoba”.