Simón y Judas Tadeo: un luchador por Dios y el Patrono de los imposibles

El broche de oro al mes de octubre lo ponen dos fieles seguidores del Señor. Se trata de San Simón y San Judas, dos Apóstoles que se han curtido en la tierra de Palestina. Simón es oriundo de Caná de Galilea y ya hay que buscarle un matiz que le diferencie de Pedro, porque también se llama de origen Simón, hasta que se encuentra con el Señor que le antepone el sobrenombre de Pedro en alusión a que será su Vicario.

En el caso de Simón, éste ocupa el undécimo lugarteniente en el grupo de los Doce y parece como si se hubiese entrenado probablemente en los círculos de los Zelotes, esos grupos de presión contra el poder romano imperial para hacer valer sus derechos de pueblo elegido por Dios, pero que ahora está oprimido. Pero cosas de la vida. Un tal Jesús se cruza en el camino de Simón y pasa a ser discípulo y dando un paso más adelante Apóstol.

En el caso de Judas se le denomina Tadeo para que no quede ningún tipo de confusión con Judas Iscariote que fue el traidor. También se le presenta como el de Santiago y muchos creen que eso es una relación con Santiago el Menor. Pero la cuestión es que en cuanto el Hombre de Nazaret le llama, él no se echa atrás y le sigue.

Ambos dan Fe de que Jesús de Nazaret es Dios hecho Hombre. Comieron con él y, tras su Muerte, Resucitó. Después de la Resurrección, les envió el Espíritu Santo y ellos fueron a predicar, porque el Fuego del Amor no les permitía quedarse en su tierra si no que les guiaba para que cumpliesen el encargo. Y cuando les tocó el turno, Simón sufrió el martirio tortuoso de ser aserrado y Judas fue decapitado.

Como Cristo les envió de dos en dos ellos iban juntos a cumplir la misión, motivo por el cual se les celebra en el mismo día. Tadeo escribió la Carta de San Judas que recoge la Sagrada Escritura en el Nuevo Testamento. Y la tradición no queda ahí porque el Señor se apareció a Santa Brígida de Suecia, co-Patrona de Europa, para decirle que cualquier cosa que necesitase se la pidiese por la intercesión de San Judas. Un Santo que es Patrono de los imposibles.