San Jenaro, Obispo y patrón de Nápoles

Comentado por Jesús Luis Sacristán

Jesús Luis Sacristán

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El Señor muestra muchas veces su protección o predilección por las personas que buscan el bien con sencillez. La Iglesia nos presenta hoy a San Jenaro, que siempre dio fe de que la Providencia actuaba de continuo en su trayectoria. Su vida se desarrolla entre finales del siglo III y principios del siglo IV. 

Consagrado Obispo, ocupa la Sede Episcopal de Benevento en Italia. Por entonces, arrecia la persecución de los emperadores romanos contra los cristianos. En una de las redadas, cae también Jenaro, quien muere mártir por confesar su Fe en Cristo. 

Previamente, los soldados que le reconocen, le detienen y le obligan a apostatar de la Fe. Él se niega. Por eso había sido llevado a un foso de leones que se niegan a hacerle daño. Al final les toca ser decapitados

Más tarde, en el siglo IX, sus reliquias fueron trasladadas a Benevento y, posteriormente, al Monte de la Virgen. Pero sería a finales del siglo XV cuando encontraron su sepulcro definitivo en la Catedral de Nápoles.  Así cumplieron los napolitanos en 1608 un voto que habían hecho en 1527 cuando una peste azotó esa región, pero el Santo intervino, librando a la ciudad de sus consecuencias nefastas

De la misma forma que San Pantaleón en España, la sangre de San Jenaro también se vuelve líquida. En este caso son tres veces al año. Una es en el sábado anterior al primer domingo del mes de mayo. Ese día es la Traslación de sus reliquias a Nápoles. Otra es el mismo 19 de septiembre, festividad del Santo, en el que se conmemora le aniversario de su decapitación. 

Por último, la erupción del Vesubio amenazaba el 16 de diciembre de 1631. La oración perseverante de los napolitanos a San Jenaro fue motivo de su socorro desde el Cielo para que no les pasase nada en esas tierras napolitana.

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