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Los contactos de Sánchez con los tres principales dirigentes políticos que han concluido esta tarde han tenido más peso formal que fondo. Formalmente Sánchez , presidente en funciones, debería haber hecho lo que le recomendó a Rajoy en su día y éste con buen criterio aceptó porque en democracia las formas también cuentan mucho: que sus contactos previos a la investidura los hiciera en el congreso , sede de la soberanía popular, y no en la Moncloa. Ahora Sánchez en coherencia con lo que le exigió a Rajoy debería haber ido al Parlamento pero ha hecho lo contrario. Una prueba mas de su incoherencia y sentido patrimonial del poder.
Y decimos que las formas también cuentan porque sí las ha tenido presentes, sin embargo, con Pablo Casado a quien recibió ayer y con quien habló cerca de una hora y media otorgándole el estatus de líder de la oposición frente a las pretensiones de Rivera que quiere arrebatárselo y con el que se ha reunido hoy por espacio de apenas 50 minutos.
Mucho más tiempo, más de dos horas, ha estado con quien quiere erigirse esta legislatura en su aliado imprescindible, Pablo Iglesias. Formas al margen del fondo nos quedamos con las ya sabidas negativas de Casado y Rivera a apoyar la investidura de Sánchez y la buena disposición de Pablo Iglesias, para llegar a acuerdos sin aclarar y concretar si ello incluye la entrada de podemos en el Gobierno. En resumen todo esto ha sido un paripé montado por un presidente en funciones para distraer la espera hasta que pasen las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 . Será entonces cuando empiece la cuenta atrás de la nueva legislatura con las audiencias del Rey a todos los dirigentes de los partidos con representación parlamentaria.