“El Parlamento no es soberano. Hay un intento de confundir, algunos quieren dinamitar la Constitución y acabar con la democracia"

Tenemos una buena legislación en materia de libertad de expresión, de medios de comunicación, es uno de los primeros desarrollos constitucionales que se hicieron, hay una gran cantidad de jurisprudencia y los límites están marcados muy claramente desde el Consejo de Europa y la Unión Europea. Por eso, la catedrática de Derecho Constitucional Teresa Freixes opina que, en el Plan por la Democracia del Gobierno “Hay demasiado relato interesado”. En su opinión, la actuación del Ejecutivo constituye un ejercicio de propaganda. 

Preguntada por Ana Samboal, en El Cascabel de Fin de semana de Trece, si puede favorecer la autocensura, Freixes admite que, “en el fondo, puede haber algo de eso, porque, cuando vas buscando que se piense que los medios de comunicación se extralimitan, puede haber una cierta reacción de autocontención por parte de ellos”. La libertad de expresión, recuerda la catedrática, es pilar de la democracia: “Esto lo dice el Tribunal de Derechos Humanos. Sin libertad de expresión no hay democracia porque el derecho a la información veraz, que tenemos recogido en nuestra Constitución, es lo que permite formar la opinión pública libre. Y esa opinión pública libre es la que después expresa con su voto sus preferencias políticas. Y, a través de ellas, se forman las instituciones. Con lo cual, sin una libertad de expresión realmente garantizada, en los términos en los que ya está, no podríamos decir que nuestra democracia funcionara correctamente. Pero no hace falta ninguna otra ley”. A su juicio, quizás lo que no han entendido bien algunos políticos es que ellos pueden recibir más críticas que un personaje anónimo y la jurisprudencia lo avala. Lo que “es muy preocupante, en democracia, es que los insultos a jueces o periodistas por parte de servidores públicos se vean como normales”.

En opinión de Freixes, el relato perverso que se introduce, con el déficit de formación de la ciudadanía que padecemos, “tiene como finalidad del mantenimiento de según quien en el poder y el intentar obstaculizar y callar a lo que sería la oposición, los medios e intentar, incluso, amedrentar a los jueces”. La catedrática denuncia la gravedad de subvertir el espíritu de la Transición: “es muy grave”. Es necesario defender la Transición, apostilla, porque, de un tiempo acá hay muchos bulos para intentar denostarla, a pesar de que esta es la primera Constitución de nuestra historia que no fue impuesta por media España contra la otra media.

Aunque nacen con espíritu de permanencia, las constituciones pueden reformarse, pero “una cosa es reformarla y otra querer dinamitarla”. Freixes, que acaba de publicar “En defensa de la Transición” dice que esto es lo que “parece que hay detrás de esta especie de relatos contra aquello que nos salió bien en la Transición y que pretenden sustituir este sistema no sabemos por cuál, pero no por una democracia parlamentaria como la que tenemos ahora”. La catedrática recuerda que el parlamento tiene sus límites, los que fija la Carta Magna y los garantes son los jueces y, en última instancia, la propia ciudadanía: “El parlamento no es soberano en nuestro sistema, a pesar de que algunos ministros dicen que la soberanía está en el Congreso, algo espantoso. En nuestro sistema, la soberanía reside en el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado. Con lo cual, hay un intento de confundir”.