Hoy, al vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, le han recetado el mismo jarabe que él solía darle a los políticos de la vieja casta en el mismo campus universitario donde hoy han tratado de impedir que él disertara. Se lo hizo a Rosa Díez. ¿Se acuerdan? Hace años. Hoy se lo han hecho a él un grupo de estudiantes más radicales incluso, que le han tildado de vendeobreros. Al final, le han dejado hablar, pero ha habido un momento de tensión.
Han hecho lo mismo que él hacía con el grupo de Podemos. Cuando hacían escraches. Eso que eufemísticamente se llama acosar e impedir, de forma totalitaria, que personas, políticos u otras personas que no tienen la misma ideología puedan disertar en el templo del saber, en el templo del conocimiento, en el lugar donde se debe respetar la libertad en todos los sentidos (sobre todo, para expresarse con la palabra) que es la universidad. Hoy se lo han impedido a él, hasta cierto punto. Luego ha podido disertar.
La diferencia entre el señor Iglesias y los que creemos en la democracia y la libertad es que entonces condenamos sus actos de agresión dialéctica a Rosa Díez, o a Felipe González, o a Soraya Sáenz de Santamaría. Y hoy también condenamos a quienes han tratado de impedir que el señor Iglesias, como vicepresidente del Gobierno, pudiera expresarse libremente. Esa es la diferencia sustancial entre un totalitario y los que creemos en la libertad y en la democracia. Aunque él no crea, yo sí condeno a los que hayan tratado de impedirle que hablara.
Por cierto, eso de tildar de machistas frustrados a quienes han enmendado la plana a su pareja, la ministra de Igualdad, por la chapuza de la Ley de Libertad Sexual… Eso denota también un ramalazo totalitario muy evidente. Porque cuando alguien hace una ley de esa naturaleza, un anteproyecto, con faltas de ortografía, con desconocimiento de la doctrina jurídica emanada del Tribunal Constitucional o del Supremo, con palabras que no reconoce la propia Real Academia de la Lengua, con un corta y pega de otras leyes…
Cuando se hace tal chapuza, por lo menos admita usted que alguien, jurista de reconocido prestigio, pueda enmendar la situación y poner la ley en orden. Y usted lo que hace es tildar de machistas frustrados a aquellos que le han enmendado la plana a su pareja, a la señora Montero. Que había presentado una auténtica chapuza. Y ahí también se le ha visto a Iglesias ese ramalazo totalitario. Que tiene y es más que evidente.