Antonio Jiménez: "La hipocresía, el cinismo y el desahogo forman parte del ADN de Pablo Iglesias"

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La hipocresía, el cinismo y el desahogo forman parte del ADN del vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias. Ya no se oculta sobre sus verdaderas intenciones también totalitarias, sobre la sangre chavista que corre por sus venas. Es una persona realmente inquietante a partir de las declaraciones que hace y las intenciones que mantiene.

Hablo de la hipocresía y el cinismo porque el mismo que está pidiendo barra libre desde el punto de vista de la libertad de expresión, despenalizar delitos relacionados con la libertad de expresión... Hasta el extremo de que alguien pueda decir barbaridades, pueda cantar en ese sentido y ponderar bandas terroristas, pueda desear la muerte de personas... El mismo que dice que todo eso no es delito y que eso es libertad de expresión quiere ahora (así lo ha dicho en el Congreso) controlar a los medios.

Y se queja el cínico, amargamente, de que en España (dice él) no haya elementos de control democrático para los medios de comunicación. Para silenciar, en definitiva (que es su objetivo), la prensa crítica con el Gobierno que vicepreside, con la formación que dirige y con él mismo, con su persona. Pero ese es Pablo Iglesias.

Pablo Iglesias que no condena la violencia que se está viviendo en las calles desde ayer en defensa y en petición de libertad de un delincuente condenado por la Audiencia Nacional. El mismo que pondera esas acciones es el mismo que calla y otorga. Gente que si tuviera conciencia social realmente probablemente se hubiera manifestado ya de otra manera. Pacíficamente, cívicamente, por toda la situación que se está viviendo en España desde el punto de vista económico y de la pandemia. Reclamándole al Gobierno transparencia y, sobre todo, una mejor gestión.

Pero esos que han salido a la calle que están tirando adoquines a la Policía, que están quemando el mobiliario urbano, que destrozan comisarías, que acaban con el mobiliario de una universidad como la de Lérida... Estos han estado callados. Quizá porque quienes les animan a salir en función de sus intereses políticos y partidistas son los mismos que atacan a la monarquía, que piden la libertad de un rapero y que encarcelen a un rey. Como presidía la leyenda de una pancarta de quienes se han manifestado en Madrid.

Pero eso es lo que tenemos. Y el problema es que Sánchez calla también y otorga. Yo me pregunto a veces si todo esto no es una forma de desviar la atención de los verdaderos problemas que tenemos a los españoles. Parece como si sacaran al dóberman (en este caso, Pablo Iglesias) para que nos entretenga, dirijamos nuestras opiniones y comentarios en relación con las barbaridades que suelta y definitivamente la sociedad siga anestesiada y nosotros no pongamos el foco en aquello que realmente ocupa y preocupa: la situación económica gravísima, el paro galopante y, sobre todo, la pandemia, la gente que se está muriendo a chorros.

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