Un colegio de Alicante da una solución para un alumno con movilidad reducida y su madre desvela por qué "ha ido llorando a casa"
Un ascensor estropeado obligaba a María Jesús a cargar con su hijo en brazos por las escaleras para acudir a clase, pero la solución provisional del centro ha tenido consecuencias en Arturo que merecen una reflexión
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Esta semana, una madre compartía unas imágenes que emocionaban y, a su vez, mostraban una dura realidad. Han sucedido en un colegio de Alicante y sus protagonistas son Arturo, de 11 años, y su madre, María Jesús. El ascensor del centro escolar se ha estado averiando de manera intermitente desde noviembre de 2023, once meses estropeado. Algo que ha obligado a María Jesús a tener que llevar a hombros a su hijo con movilidad reducida por una lesión medular y, también, a cargar escaleras arriba con su silla de ruedas. Una rutina convertida casi en calvario porque se ha llegado a repetir hasta cuatro veces al día, al entrar en su aula, a la hora del recreo y también a la salida. Ha habido un último intento de arreglar el ascensor, pero los técnicos confirman que no tiene arreglo y hay que cambiarlo por completo.
María Jesús explica en 'El Cascabel' de TRECE cuál ha sido la situación durante estos once meses: “El ascensor es un aparato ya muy antiguo, en un edificio de 30 años, y ya desde el año pasado nos venían diciendo que necesitaba reparaciones urgentes y que estaba ya muriendo. Las reparaciones eran provisionales, se ponían pequeños parches e iba funcionando”, pero la solución definitiva pasaba por cambiarlo por completo y, debido al alto coste de la reparación, esta solución no acababa de llegar.
El colegio siempre ha tenido disposición a ayudar a María Jesús y Arturo en todo, incluso a subir a su hijo, pero ella siempre ha preferido ocuparse de ello: “Entiendo que pudiendo yo hacerlo, no le voy a dar la responsabilidad de que alguien pueda resbalar con la silla, o con mi hijo, y es un compromiso, una responsabilidad, que no quiero dar nadie siempre y cuando lo pueda hacer yo, claro está”.
La solución provisional para Arturo que merece una reflexión
La solución definitiva siempre ha pasado por la reparación del ascensor y, por lo que parece, está más cerca de realizarse: “Parece ser que esto se ha visto de una manera u otra y varias instituciones, infraestructuras, ayuntamientos y demás, se han puesto en contacto con el colegio y tenemos la solución definitiva. Me ha llamado a eso de las cinco y media la directora y me ha comunicado que se iban a reparar todas las piezas necesarias para que el ascensor estuviera en funcionamiento, cosa que me alegra enormemente", celebra.
Mientras que esto sucede, hoy, el colegio ha dado una solución provisional bajando a los compañeros de la clase de Arturo a un aula situado en la planta baja para que no tenga el obstáculo de las escaleras. Aunque esto parece una solución evidente y una decisión que se podía haber tomado con anterioridad, María Jesús deja claro que su hijo no es el único que está en esta situación y que no es tan sencillo, recordando que la verdadera solución es que el ascensor esté operativo.
Tanto es así, que esta solución provisional ha tenido consecuencias negativas en Arturo que nos invitan a reflexionar: “Mi hijo hoy ha sido bajado -y esto no se lo contaba nadie- y es el único día en el que mi hijo ha ido llorando a casa, porque mi hijo no quería bajar a la clase de abajo. La integración de las personas con discapacidad, las vemos de distinto punto los que no estamos con ninguna discapacidad y los que tenemos una discapacidad. Mi hijo prefería que lo subiera en brazos a bajar abajo, porque la integración es facilitar el entorno para que las personas discapacitadas tengan las mismas oportunidades que las personas que no tienen ninguna discapacidad. En este caso, mi hijo discapacitado ha tenido que modificar lo que era para él la normalidad, estar en la planta superior, y bajar a la planta de abajo. Para él eso es lo que ha sido la discapacidad. Hoy sí que le han dicho que es discapacitado".
"Mi hijo ha ido llorando a casa porque él prefería que lo subiera en brazos a bajar a la clase de abajo. Hoy sí que le han dicho que es discapacitado"
Aunque Arturo es comprensivo, y sabe que corren un riesgo subiendo de esa forma las escaleras, para él ha sido complicado tener que aceptar esa solución sin saber cuándo va a poder volver a la normalidad: “No es lo mismo decirle, "cariño, van a tardar tres meses en arreglar el ascensor, vamos abajo durante estos tres meses" o decirle que, "como tú no puedes subir porque no sabemos qué va a pasar con el ascensor, te bajamos abajo". Entonces el punto de vista es distinto”, explica María Jesús.
Gracias a la valentía de María Jesús de mostrar su situación y la de Arturo, hoy en día ya no tienen que subir a clase en esas condiciones y la solución definitiva ya está en camino, no solo para que Arturo acuda a clase con la normalidad con la que lo hacen el resto de sus compañeros, sino también para los demás alumnos que hacen uso de estas instalaciones.