El obispo emérito de Santander llama a los católicos a tener presencia en la vida pública: "Cultivar ambientes donde puedan surgir vocaciones”

Manuel Sánchez Monge ha sido el primer invitado en la tercera temporada del programa 'Eméritos' de TRECE, donde ha hecho un repaso de su vida y ha puesto el acento en los desafíos de la Iglesia

Redacción Religión

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El móvil de Manuel Sánchez Monge suena menos desde hace un año, cuando dejó de ser obispo titular de Santander. Ahora, como emérito de la diócesis cántabra, se trasladó al Centro de Espiritualidad de Valladolid, ciudad donde reside su hermana melliza.

 

Sánchez Monge, que ha sido el primer invitado de la tercera temporada de 'Eméritos' en TRECE, nació hace 77 años en la localidad palentina de Fuentes de Nava, aunque pronto sus padres, como tantas familias de la época decidieron dejar el campo para trasladarse a la ciudad, en este caso a la capital vallisoletana.

La mudanza permitió a Sánchez Monge y a sus cuatro hermanos hacer estudios superiores: “Mi padre valía para los estudios pero no pudo por falta de recursos, por eso su ilusión era que sus hijos, más que dinero, heredaran cultura, pudieran estudiar y hacer carreras superiores y por eso se trasladaron a Valladolid”, ha relatado.

Aficionado a la música clásica, a miguel delibes y a la inteligencia artificial

El obispo emérito tiene buenos recuerdos de su infancia pese a las carencias propias de un niño de pueblo en la España de los años cincuenta: “Los niños pasábamos mucho tiempo en la calle, pero era divertido porque había muchos juegos, algunos propios del verano y otros del invierno. Llegábamos a casa cansados y el ambiente en la familia era de más contacto, más de diálogo, el contacto con los abuelos. Todo eso en blanco y negro fue muy rico, no sé si lo hay en tecnicolor”, se ha cuestionado.

Pese a estar “jubilado”, Manuel Sánchez Monge mantiene su interés por la actualidad, escribe en algunos medios, escucha música clásica, lee a Miguel Delibes entre otros autores y camina mucho para combatir la diabetes. Además le interesa mucho todo lo relacionado con la Inteligencia Artificial.

      
             
      

“Me interesa porque es algo que ha surgido recientemente, está en boca de todos y la Iglesia tenemos que estar al día de lo que se está ventilando en la sociedad para poder iluminar desde el Evangelio”.

En este sentido, ha recalcado que pese a que la IA es una herramienta beneficiosa, “lo artificial no puede suplir a lo que es humano porque tiene una riqueza que desborda todo lo que sea artificio”.

Sánchez monge, sobre el concilio vaticano II: "Suponía mucho avance y hubo resistencias"

La vocación sacerdotal de Sánchez Monge surgió en su pueblo, en Fuentes de Nava, a través de la relación cercana que mantenía su familia con el coadjutor de su parroquia: “Su madre era ciega y mi madre le cosía algunas cosas. Yo le pedí ser monaguillo, tenía siete años, acababa de hacer la Comunión y me dijo que me haría monaguillo pasando por una prueba”, ha contado.

      
             
      

La prueba consistía en trasladar el misal “que entonces pesaba mucho” al lado de la epístola “haciendo genuflexión en el medio. Me dijo que si no caía el misal, me hacía monaguillo”. Sánchez Monge superó la prueba y fue monaguillo.

Años más tarde ingresaría en el seminario. Eran los años posteriores al Concilio Vaticano II. Lo recuerda como años convulsos para la Iglesia, pero también de ilusión: “Fue una luz que se ilumina y de repente aquellas cosas que nosotros soñábamos y tenían que venir se nos presentaron de aluvión y lo cogimos con un entusiasmo tremendo. Nos costó un poco porque el ambiente no era como para poner en práctica el Concilio, suponía mucho avance y hubo resistencias al principio pero salió adelante”, ha explicado.

La crisis de las vocaciones y la 'nueva evangelización', entre los retos de la Iglesia

Eran años donde había mayores vocaciones que en el presente. Una crisis que para Sánchez Monge está provocado por la baja natalidad y el avance de la secularización: “Donde no hay niños no puede haber vocaciones sacerdotales. Luego el ambiente social no rechaza a Dios pero se le margina, se vive como si Dios no existiera y es un ambiente donde no pueden surgir vocaciones. Tenemos que cultivar ambientes donde puedan surgir”, ha opinado en 'Eméritos'.

      

Pese a todo, considera que en la Iglesia de hoy “hay muchos brotes verdes”, donde los creyentes están “más convencidos, más preparados”, y marca como desafío de futuro la puesta en marcha de “la nueva evangelización”, de la que ya hablaba Juan Pablo II, continuó Benedicto XVI “cuando nos dijo que había que empezar por lo fundamental, que es el encuentro personal con Cristo”, y ahora el Papa Francisco, “que ha insistido mucho en lo misionero”.

En este punto, el obispo emérito de Santander ha hecho hincapié en la importancia de la presencia pública de los católicos en todos los ámbitos de la sociedad: “Muchas veces, sobre todo en épocas anteriores, cultivábamos un cristianismo de sacristía, de gente muy buena pero en su trabajo en el ambiente social no daban la cara como católicos y evangelizadores”.

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