Mara Dierssen, investigadora: "Podrán mejorarnos la salud, pero no convertirnos en inmortales"

La directora de investigación en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona debate en 'Encuentros para una nueva era' sobre el transhumanismo

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La portada de Time del 21 de febrero de 2011 titulaba con grandes caracteres: “2045, The Year Man Becomes Inmortal”. ¿Realmente eso será así? ¿Cuál es la realidad de la investigación neurocientífica? ¿Qué sabemos realmente de cómo es y cómo funciona nuestro cerebro? Implantes neuronales, estimulación cerebral profunda, interfaz cerebro-ordenador (Brain Computer Interfaces)… ¿Cuáles son los avances y los límites?

Toda la electrónica es vulnerable, y esto es una cuestión que preocupa profundamente a los científicos. Un dispotivo con información de nuestro cerebro podría ser hackeado en beneficio de la publicidad, la alineación u otras intrusiones no planteadas. ¿Cómo protegernos?¿Es inevitable la muerte? La historia de la humanidad ha estado moldeada por este hecho fatal. Religiones, fronteras y progresos nacen del atávico miedo a la muerte. Este miedo y deseo de supervivencia encuentra consuelo en paradigmas religiosos. Pero ¿puede ya la muerte rebatirse desde fundamentos científico-técnicos?

Hay, por ejemplo, autores como José Luis Cordeiro y David Wood (o Kurzwiel y De Gray) que han vaticinado que la muerte será opcional hacia 2050 gracias a los avances exponenciales en ingeniería genética, inteligencia artificial, regeneración de tejidos, tratamientos con células madre, impresión de órganos, criopreservación, terapias genéticas o inmunológicas que resolverán –resuelven ya– el problema del envejecimiento del cuerpo humano.

¿Puede la muerte rebatirse desde fundamentos científico-técnicos?

Un envejecimiento considerado ahora como una enfermedad que puede y debe ser curada. Dicen que quien en el 2050 posea un cuerpo y una cuenta bancaria, tendrá una elevada posibilidad de alcanzar la inmortalidad al engañar a la muerte una década tras otra…, cada diez años, aproximadamente, entraremos en la clínica y recibiremos un tratamiento de renovación que no solo curará enfermedades, sino que también regenerará tejidos deteriorados y rejuvenecerá manos, ojos y cerebro..., en realidad, serán amortales, en lugar de inmortales… su vida no tendrá fecha de caducidad.

Sobre estas cuestiones reflexionamos junto a Mara Dierssen, directora de investigación en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona, quien considera que "nuestro cerebro necesita tiempo y esfuerzo para mejorar". Además, señala que "podrán mejorar la salud, pero no pueden convertirnos en inmortales" y que "eso de que nos van a hackear la mente no es posible".

Herrera en COPE

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