Qué se ha encontrado en la Sábana Santa y por qué demuestra la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret
Existen evidencias científicas sobre los detalles encontrados en la Sábana Santa de Turín y que explican de qué forma murió Jesucristo y cómo, posteriormente, hay evidencias de vida

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Existen evidencias científicas sobre la muerte de Jesús de Nazaret, y de algunos detalles muy concretos que conocemos por estas evidencias, por ejemplo, el hecho de que la corona de espinas fuese un casco que cubría toda la cabeza; que el travesaño de la cruz pesase unos 70 kilos y que no estuviese unido, tal como lo conocemos, al crucero, o el hecho, también, de que Jesús de Nazaret fuese clavado de las muñecas y no de las manos.
Evidencias científicas sobre la muerte de Jesús de Nazaret
Álvaro Sáez, subdirector del equipo de Religión de Ábside Media, explica todas las pruebas científicas que han ido mostrando, a lo largo de los años, diferentes momentos concretos de la Pasión, Muerte y, también, Resurrección de Jesús. “Está la Sábana Santa de Turín, que es un trozo de tela larguísimo, de casi tres metros, que es donde Jesús fue envuelto una vez murió en la cruz. En esa Sábana Santa estuvo un hombre de una estatura aproximada de 1,80 metros y que sufrió una serie de maltratos”. Esos maltratos, apunta Álvaro, coinciden, escrupulosamente, con lo relatado en los distintos evangelios que relata la Pasión, especialmente, los que mejor relatan la Pasión son el de San Juan y, también, el de San Lucas.

¿Qué sabemos de la Sábana Santa?
“Sabemos que las diferentes heridas que Jesús tuvo en la cabeza, no solo hacían forma de circunferencia, a modo de corona de espinas, como tradicionalmente se representa en la tradición popular cristiana, sino que era un entramado de espinas hecho en forma de casco que cubría desde la nuca hasta la frente. Por tanto, el padecimiento que tuvo que sufrir Jesús durante todo ese via crucis, colgado de ese casco, con ese casco encima, fue, absolutamente, extraordinario”, describe.
“También sabemos que las marcas de los clavos, Jesús no las tiene en las palmas de las manos, sino que las tiene justo en el inicio, en la intersección entre la muñeca y el antebrazo. ¿Por qué? Esto también tiene una explicación científica. Si Jesús, realmente, hubiera estado clavado de las manos, se hubiera desgarrado, y los romanos eran conscientes de ello, y, por tanto, necesitaban una mayor sujeción”. Normalmente, la gente, en la cruz, no era clavada con clavos, era atada en el madero con cuerdas. “Por tanto, esa sábana santa nos ha permitido conocer qué lesiones sufrió Jesús a lo largo de su pasión y muerte”.

Juzgado como delincuente y enterrado como rey
A Jesucristo se le juzgó y castigó como malhechor, pero, a su vez, recibió un enterramiento muy especial, que no era el de cualquiera, era directamente un tratamiento de rey o de alguien muy poderoso. Este dato también lo conocemos gracias a la sábana santa. Álvaro Sáez explica que “lo primero que sabemos es que el sepulcro en el que fue enterrado Jesús, estaba reservado para gente importante, estaba en lo alto de un montículo, para que la gente fuera más fácil que fuera a rezarle o a recordarle. También sabemos que fue enterrado solo, era un ritual reservado únicamente para las personas importantes de la sociedad judía de aquella época”. Los condenados por delitos eran enterrados, por ejemplo, en fosas. “Y luego también sabemos que una serie de ungüentos fueron aplicados sobre el cuerpo de la persona que allí fue envuelta. Unos ungüentos a modo de embalsamamiento para que el cuerpo no se pudriese con tanta celeridad como se pudrían los cuerpos en la época”.
El subdirector del equipo de Religión de Ábside Media puntualiza que este tipo de ritos es una cosa cara y que estaba únicamente reservado, por ejemplo, para los sumos sacerdotes en la época del Yom Kippur, a la gente que realmente era importante se la embalsamaba. “Por tanto, sabemos que una persona que había sufrido tanto un condenado a la cruz, a la crucifixión, que era de las penas más terribles reservadas para los peores delincuentes, en cambio, había sido enterrado como el mayor de los reyes. Hay una dicotomía que también nos permite profundizar en la grandeza y la importancia que tuvo Jesús”.
Sábana Santa, ¿real o falsa?
Estas evidencias extraídas de la Sábana Santa podrían ponerse en cuestión si pensamos que se trata de un objeto falso, pero para esta pregunta también la ciencia ha dado respuestas. “Lo primero, porque no se ha conseguido hacer una réplica exacta de lo que allí se ha hecho. Es decir, las mayores críticas que se hacen a la Sábana Santa es que es un invento de mediados del siglo XV, XIV, es imposible que con la ciencia de esa época hubiera habido una representación tan exacta del rostro de Jesús”, relata Sáez dejando claro que, a día de hoy, con los medios científicos con los que se cuenta en la actualidad, tampoco nadie ha sido capaz de realizar una recreación de la Sábana Santa.

“Luego, hay otra serie de reliquias de la pasión de Jesús que coinciden exactamente con lo que allí se ve. Hay dos concretas, una está aquí, en España, que es el Sudario de Oviedo, que si tú superpones el Sudario, que es una telita que se ponía a la gente cuando moría en la cara, y lo superpones con la Sábana Santa justo en el lugar de la cara, coinciden exactamente boca, ojos, nariz, diferentes puntos de la cara coinciden para determinar que la misma persona fue enterrada, con el Sudario que tenemos en Oviedo y con la Sábana Santa. Luego, también tenemos el clásico rostro de la Verónica. Sabemos que en un momento concreto de la pasión, una chica llamada Verónica le acercó una tela a Jesús para que se lavara la cara de la sangre que tenía. Si tú también superpones la Verónica con el Sudario, con la Sábana Santa de Turín, estos tres elementos coinciden”.
Evidencias de la resurrección de Jesús
Maltratado como malhechor, enterrado como rey, como alguien poderoso, y además, en esa Sábana, y las pruebas científicas también lo demuestran, hubo, al mismo tiempo, una persona viva y una persona muerta. “Hay diferentes estudios de universidades prestigiosas, entre ellas la Universidad de Navarra, un estudio llamado “Signos de vida en la Sábana Santa de Turín”. ¿Evidencias de vida en una Sábana Santa que es donde se enterraba a alguien muerto? ¿Cómo es eso posible?”, se pregunta Álvaro Sáez.

La ciencia es capaz de reconstruir cómo estaba la persona que estuvo enterrada hace 2.000 años allí y sabemos que por la forma en la que estaba colocada, por diferentes estudios dermatológicos, se puede determinar que la persona que estuvo ahí enterrada no estaba muerta, estaba viva. Álvaro Sáez cuenta en qué cosas se fijan los científicos para determinar que una persona estaba viva: “ Por ejemplo, la tensión arterial que la persona que estaba allí enterrada tenía en ese momento, por la presión que tenía en las venas, o la expresión que tenemos en la cara. Una persona que está tranquila está moviendo los músculos de la cara, aunque sea de manera involuntaria, y la persona que fue enterrada allí tenía activados diferentes músculos de la cara, por tanto, muerto no estaba. Hemos sido capaces, a través de la ciencia, de determinar que allí estuvo alguien muerto por la cantidad de sangre que se derramó, por las heridas que, evidentemente, que sufrió esa persona hacían incompatibles la vida con el padecimiento que había sufrido esa persona, pero también sabemos que esa misma persona, a la vez, estaba viva”.