El trabajo de la Iglesia con las personas adictas: "La mejor atención social es el amor y el cariño"

Esta semana el programa "Solidarios por un bien común" ha estado dedicado a la labor que desempeña la Iglesia con personas adictas al alcohol y a las drogas

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Cada año crece en España el numero de personas adictas al alcohol y a las drogas, pero también a otras dependencias como las apuestas o la pornografía. La Iglesia está preocupada por este problema y busca soluciones acogiendo, integrando y ayudando a este tipo de personas que tienen y sufren adicciones. TRECE ha emitido este viernes una nueva entrega de 'Solidarios por un bien común'. Esta semana ha estado dedicada a la labor que desempeña la Iglesia con personas adictas al alcohol y a las drogas.

Y durante el programa hemos podido conocer a José Manuel Horcajo, un sacerdote que, desde su parroquia, San Ramón Nonato en el Puente de Vallecas, dirige diferentes proyectos sociales que abordan estos temas. “Llevo casi once años aquí y me han pasado volando. Siempre estamos con proyectos nuevos y no da tiempo a aburrirte”. José Manuel añade que está "al servicio de los voluntarios para coordinarles y ayudarles para que su labor sea efectiva y eficaz”.

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Los proyectos de la parroquia San Ramón Nonato en Madrid

El padre José Manuel llegó a Vallecas en el año 2009 en plena crisis económica y social, justo además en un día de manifestación con grupos de extrema derecha y extrema izquierda. El primer regalo que le hicieron al llegar a la parroquia fue una navaja, “tengo todavía el regalo guardado, pero me quedé un poco asustado” afirma el párroco. Pobreza y familias desestructuradas son algunas de las características de los vecinos de Puente de Vallecas, Madrid. Hombres y mujeres que “buscan consuelo y lo más barato es el alcohol, de ahí pasan a otras sustancias”, afirma el sacerdote José Manuel Horcajo. En España, la edad de inicio en el consumo de alcohol es 15 años, a los 16-17 comienza el consumo de cannabis y a los 19 dan el salto a los alucinógenos.

La primera labor social que hace la parroquia es “escucharlos, que se sientan acogidos y, sobre todo, darles la importancia que las personas tienen”. El primer proyecto que José Manuel creó fue el apoyo escolar a menores y luego, poco a poco, ha ido organizando ayuda a lo la gente necesitaba. Y, en ese momento, se creó el comedor social, el albergue de acogida para los que se quedaban en la calle, la tienda de ropa solidaria y por último el centro para la búsqueda de empleo.

A través de 40 proyectos, la parroquia San Ramón Nonato ofrece atención social, familiar y espiritual. “Va todo unido – explica José Manuel- porque hasta que no se les devuelve la confianza en sí mismos, el ánimo y la dignidad no se puede hacer nada, y eso se hace por la vía espiritual”.

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El Comedor Social San José

La parroquia tiene en total 350 voluntarios y, solamente en el comedor social San José, se dan diariamente 300 comidas de lunes a domingo con unos 120 voluntarios. Para atender estas iniciativas, la parroquia cuenta con una red de 350 voluntarios entre los cuales algunos han estado al otro lado, al lado de las adicciones. El párroco explica que, para las personas con adicciones, “la mejor terapia es ayudar a los demás. Algunas de las personas que vienen al comedor tienen problemas con el alcohol o drogas, algunos no cuentan nada, comen y se van, pero otros poco a poco van hablando. Se crea un vínculo con la comunidad, es como una familia y eso es lo que les hace tirar para adelante y preferir lo que construye a lo que les destruye”. José Manuel afirma que se convierten en “apóstoles de los demás” y tiene claro que “la mejor atención social es el amor y el cariño, y la mejor atención espiritual es el amor de Jesucristo”. Muchos de los que ahora son voluntarios en su día fueron acogidos y ayudados en la parroquia.

España además cuenta con un “nuevo” tipo de adicción que es la ludopatía. El país ahora cuenta con la tasa más alta de Europa de ludópatas entre 14 y 21 años. “Gente de mediana edad, o padres de familia que no encuentran trabajo, o tienen uno muy precario en lugar de estar en casa se pasan el día jugando”. En el Aula San José se dan clases por las mañanas de español, inglés y geriatría y por las tardes la utilizamos para los niños.

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Los testimonios de Claudio, Nacho y Calixta

Después del testimonio del sacerdote, en “Solidarios por un bien común” escuchamos las palabras de quienes están al otro lado, como Claudio. Con 51 años, cuenta que empezó en el mundo de la droga al trabajar de noche. “Mi experiencia con la vida no ha sido la más grata” nos cuenta Claudio. Del consumo pasó al narcotráfico internacional, “pasé cinco años en la cárcel. Durante las noches, tenía tiempo para pensar, no me podía engañar a mí mismo, quería cambiar”. Al salir de la cárcel Claudio pasó por la parroquia, les pidió ayuda y ahora es uno de los voluntarios, “empecé a ir a misa, a leer los Evangelios en la propia cárcel y lo que me ha enseñado Dios es la tolerancia y que tú no eres el centro del mundo como te crees cuando estás inmerso en la droga. Si Dios no quiso que dejara este mundo en aquel momento, será porque tenía que hacer algo por los demás”.

Otro testimonio es el de Nacho que comenzó a beber para vencer su timidez con una chica. Después, todo cambió, “me tomaba una y no podía parar, el alcohol me tenía atrapado y me costó la relación con mi mujer y mis hijos”. Nacho añade que “me levantaba por la mañana y me tenía que tomar una cerveza fría, en invierno o en verano era lo mismo”. Todo dio un giro cuando llegó a Alcohólicos Anónimos. “Tuve que cambiar de hábitos y de aptitudes, y ahora llevo 20 años sobrio, pero todos los días le pido a la Virgen no beber”. El exceso de alcohol mata a más de tres millones de personas cada año en el mundo según la OMS. El primer año tras la rehabilitación de la adicción tan solo un 25% de los exadictos son capaces de abstenerse de forma continuada.

El ultimo testimonio del programa es de Calixta que llegó a España con 17 años, después de haber sufrido dos violaciones en el entorno de su familia. “Cuando todo te sobrepasa, el alcohol te ayuda a tirar hacia delante, pero lo complicado llegó cuando lo necesitaba para caminar. En el alcohol yo encontraba una evasión, pero era efímera”. Tras el alcohol, llegaron las drogas y la prostitución. “Acudir a la parroquia me dio dignidad, algo que no había sentido en toda mi vida, y empecé a sentir un perdón. Primero perdoné a mis violadores. Ahora me dedico al hogar, a hacer voluntariado en la parroquia, cocina, cuidado de niños y los arreglos de costura en la tienda de ropa”.

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