He de reconocer que me deja perplejo la capacidad de Pedro Sánchez de sacarle partido a hacerse pasar por incapaz. En cualquier otro país, en cualquier otro político del país, parecer incapaz penalizaría. En el caso de Pedro Sánchez, él hasta lo rentabiliza y eso hay que reconocer que tiene mérito.
Miren, solo desde las elecciones del 28 de abril, por acción, omisión o teatralización, Sánchez se ha mostrado: incapaz de impedir que los socialistas navarros vayan a la suya y le regalen el Parlamento Foral a los nacionalistas vascos, incluyendo un puesto para Bildu.
Por supuesto, en estos casi dos meses desde las elecciones ha sido incapaz de sumar los votos suficientes para ser investido. Es más, ha sido incapaz de hacer una sola propuesta a pesar de que han pasado ya dos semanas desde que el rey le hizo el encargo de intentar formar Gobierno.
Por lo menos con Podemos, al que da trato de socio preferente, con el que pactó, firmó y se fotografió apadrinando nada menos que unos presupuestos no natos por lo menos con Podemos ¿Tendrá ya algo cerrado, no? Qué va, y además saca pecho por ello. Incapaz.
Vaya por delante que no creo que lo sea. Es más ya les he dicho en alguna ocasión (y hoy toca repetirlo) que el PSOE le debe mucho a Pedro Sánchez. La social democracia ha desaparecido en Francia, en Italia, en Grecia, casi en Alemania y en España está gobernando. Eso no es fácil. No. Pedro Sánchez no es ningún incapaz. Pero de tanto hacerse pasar por ello, lo mismo acaba convenciendo a los españoles.