Cristina L. Schlichting, pregonera de la Semana Santa de Madrid en la Almudena
La presentadora de 'Fin de Semana' en COPE ha sido la encargada de recitar el pregón previo a la Semana Santa de la capital
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Cristina López Schlichting, presentadora de 'Fin de Semana' ha ejercido de pregonera de la Semana Santa de Madrid este martes. En su pregón ha profundizado en la experiencia del dolor como vía para el aprendizaje, tomando el ejemplo de Jesucristo, que escogió sufrir para asegurar la salvación.
En el pregón, la periodista ha remarcado que Jesucristo sabía que sufrir era una fuente de salvación, una clave del cambio que "haría todo nuevo". "Si conectamos nuestro sufrimiento con el suyo, participamos de la salvación del mundo. Éste es el significado del dolor y el sufrimiento", ha proclamado en la Catedral de la Almudena.
Schlichting ha sido la encargada de dar la bienvenida a la Semana Santa de Madrid, que recupera este año las procesiones y pasiones vivientes después de dos años en pausa por las restricciones de la pandemia de coronavirus.
Ha relatado que Jesucristo atravesó "exactamente" lo mismo que pasa la sociedad a día de hoy. "No me refiero sólo a los bofetones, salivazos, a la flagelación tremenda, casi hasta el desfallecimiento, al camino de la cruz o a esa muerte horrible", ha indicado la periodista, que ha resaltado el hecho de que "Él" apostó por voluntad propia la vía del dolor. "Y, más sorprendente aún: eligió todo eso. ¡Porque Él pudo haber huido! Podía haber evitado todo y, sin embargo, lo eligió deliberadamente", ha apuntado.
Nacida en Madrid en 1965, hija de padre español y madre alemana, la directora del programa 'Fin de Semana' de COPE se ha puesto ante el espejo del Hijo de Dios al mencionar que ella misma acaba de salir de una enfermedad, en la que considera la etapa "más dura" de su vida. Durante dos meses le sirvió de ayuda el ejemplo de Jesús, aunque al principio se dejó llevar por la "desesperación" del dolor.
APRENDER DEL SUFRIMIENTO
Del dolor sufrido, la pregonera ha extraído la lección de lo afortunados que somos "cuando no nos faltan la salud o la felicidad". Asimismo, ha subrayado que el sufrimiento ayuda a "crecer en fortaleza y perseverancia". "Pero de ahí a valorar el mal en sí, el dolor, hay un paso inexplicable en apariencia", ha apostillado.
Ha admitido que durante ese tiempo se enfadaba por ser incapaz de apaciguar el dolor físico de la enfermedad. "Cedía a la tentación de negar el valor redentor del sufrimiento. Cedía al diablo, pero no lo sabía", ha expresado. Con los días descubrió que "el demonio miente". "No llega liberación alguna, sólo se redobla la amargura", ha dicho.
"Mi única esperanza en estos meses era este nexo con Dios y con la Virgen. Yo pedía aceptar mi sacrificio, que no comprendía. Si Jesús aceptó, ¿qué puedo hacer yo, sino aceptar?", ha destacado López Schlichting.
SUPERAR LOS PREJUICIOS
Ha confesado que de pequeña tenía "ciertos prejuicios" hacia la Semana Santa porque en su entorno eran "minoría" quienes participaban o asistían a las procesiones, aunque su padre la llevara alguna vez: "Madrid es muy grande y tanta población y tan heterogénea diluye las tradiciones. Eran los años 70, y se estilaba aquello de poner en solfa la religiosidad popular, superficial, de pura figuración".
Por aquel entonces, ella veía en esta festividad una exhibición de "gestos exagerados, una exaltación innecesaria del dolor, una costumbre un tanto apolillada". "Qué atrevida es la ignorancia", ha afirmado la periodista, para contar que quedó "deslumbrada" de la Semana Santa hace unos años al visitar Sevilla, Málaga o Murcia. Quedó seducida por tres motivos: la belleza plástica, la fe y "la profundidad de la religiosidad popular y su capacidad de educar".
De la Semana Santa de Madrid, la pregonera ha sacado a relucir los pasos y procesiones de estilo sevillano, "con tronío gitano", como Los Estudiantes, o el "empaque" de la salida del Cristo de Medinaceli, en el centro de la ciudad pero también en distritos como Carabanchel, Villaverde, Barajas o en el barrio de Canillas, y en municipios madrileños como El Escorial, Colmenar Viejo o Galapagar.