El verano del 92, el que nunca olvidará Antonio Herráiz: “Di mi primer beso”
El presentador de 'Mediodía' repartía sus veranos entre el pueblo de su padre y el de su madre, en Guadalajara
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Tengo que reconocer que Antonio Herráiz me lo puso fácil cuando me comentó que el verano que con más cariño guardaba en la retina fue el de 1992. Un verano marcado por los JJOO de Barcelona. Pues fíjate que Herráiz, por aquel entonces un niño feliz de catorce años, debió ser uno de los pocos españoles que no los siguió. Bueno él y la cuadrilla que compartía en los pueblos de su padre y de su madre, ambos en Guadalajara: Armallones, en el corazón del Alto Tajo y Fuentes de la Alcarria. Por aquel entonces, el presentador de 'Mediodía' estaba a otro rollo. Por ejemplo, en bailar un tema que por aquel entonces petaba en las radios musicales de nuestro país: 'Se le apagó la luz' del disco 'Viviendo deprisa', el primer álbum de Alejandro Sanz. Cuando Herráiz la escuchaba, pasaban cosas.
“Era un verano en el que se estaba celebrando también la Expo de Sevilla, al que por cierto fui con el colegio de excursión. Fue el verano en el que pasábamos de la EGB al Instituto. Yo tenía catorce años, y aquel verano lo pasamos, como siempre, una parte en el pueblo de mi padre y otra en el de mi madre. Fue una etapa de descubrir cosas nuevas. Di mi primer beso. Fue en la peña del pueblo, mientras escuchábamos el tema 'Se apagó la luz' de Alejandro Sanz. Literalmente apagábamos la luz para bailarla. Fue mi primer amor de verano. Estábamos en el pueblo de mi madre hasta finales de agosto, cuando acababan las fiestas. La orquesta siempre concluía con el tema del grupo ochentero The Police, 'Every Breath you take'. Aquello marcaba el final de las vacaciones. Mis hermanas y yo volvíamos a Guadalajara llorando. Recuerdo a mi madre diciendo... ¿es que no habéis tenido bastante verano?”
Antonio Herráiz seguramente no se enteró, porque estaba por las calles del pueblo haciendo travesuras con los amigos. Pero lo cierto es que ese verano el deporte español lo petó. Induráin nos hizo vibrar con su segundo Tour de Francia consecutivo. Luego conseguiría tres más. El Barcelona de Cruyff conquistó por primera vez la Copa de Europa. Y sí... claro, los JJOO de Barcelona.
“Estaba en la calle día y noche. Solo volvía para comer y poco más. A las diez de la noche me llegaba un momento a casa para cenar aunque fuera un bocadillo, y me volvía a marchar con los amigos hasta las doce de la noche. Lo mejor era la sensación de que no nos iba a pasar nada. Yo me creía que era muy mayor ya por el hecho de pasar del colegio al instituto. Ese verano recuerdo que cambié de bicicleta, una 'Torrot', y una motoreta que conservo aún. Recorríamos con las bicis los pueblos de alrededor sin cascos. Íbamos por carreteras provinciales y caminos mal cuidados... pero no nos pasaba nada, salvo alguna herida en la rodilla. Alguna cicatriz tengo de entonces.”
Escuchando a Antonio es innegable que mola más ser crío que adulto. El problema es que los años pasaban, y él fue creciendo. Por suerte, no ha perdido contacto con sus pueblos de la infancia. Sobre todo mantiene contacto con el de su padre, Armallones, ya que sus suegros también son vecinos de esta localidad del Alto Tajo: “Al pueblo de mi madre vamos poco, solo puntualmente. Al final, donde juntamos las dos familias, la mía y la de mi mujer, es en Armallones.”
Y así eran los veranos de la niñez de nuestro protagonista. La tradición la mantiene con sus dos hijas, que pasan los dos meses de las vacaciones en el pueblo: “Vamos una semana a la playa por que las niñas se bañen también, pero el resto del tiempo están en el pueblo. Armallones sigue manteniendo la esencia de pueblo pequeño, actualmente hay unas 50 personas censadas. En verano, la población se multiplica por seis o por siete. Cuando yo iba de pequeño, todavía quedaban abuelos que vivían allí todo el año, y los nietos pasábamos el verano entero con ellos. Esos abuelos fueron muriendo, y en invierno se vacía.”