Beatriz Galindo, una pionera universitaria en la Corte de Isabel la Católica

Esta mujer, llamada La Latina, fue una de las mujeres más cultas y destacadas de su tiempo

Beatriz Galindo, una pionera universitaria en la Corte de Isabel la Católica

Jaime Cervera

Publicado el - Actualizado

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Cuando se piensa en las primeras mujeres que fueron a la Universidad en España vienen a la cabeza nombres como Concepción ArenalMaría Elena Maseras o Amelia Folch. Sin embargo, sin quitarles ningún mérito a estas, la realidad es que hubo otro grupo de pioneras que cuatro siglos antes ya habían comenzado a andar la senda de la Academia.

Pues bien, de entre esta nómina de mujeres hay una que destaca por encima del resto. Se trata de Beatriz Galindo, la principal de las llamadas pullae doctae (literalmente, “niñas sabias”) que encontró en la Corte de Isabel la Católica una plataforma donde ejercitar sus grandes dotes para la cultura y el estudio.

Y es que Isabel de Castilla mantuvo siempre una gran preocupación por su propia formación intelectual y la de sus hijas. La reina, por tanto, contrató a Beatriz Galindo como preceptora de las infantas, en particular para instruirlas en el manejo de distintas lenguas.

En particular, Galindo había asombrado a sus maestros en la Universidad de Salamanca por su dominio del latín, de ahí que se la empezase a conocer como La Latina. El sobrenombre de Galindo la sobrevivió a ella misma en Madrid gracias a las obras de caridad que Beatriz desarrolló en aquella villa.

La ahora capital de España le dedica el nombre de un barrio y de un distrito, ambos con el nombre de La Latina. Allí había fundado Galindo un hospital y dos conventos y allí encontró la muerte en 1535. Pero no acaban ahí los homenajes a la memoria de Beatriz; incluso un Airbus 340-313x de la flota de Iberia está nombrado en su honor.

Beatriz Galindo, una pionera universitaria en la Corte de Isabel la Católica

Monumento a Beatriz Galindo en Madrid.

Más que una preceptora

Aunque Beatriz Galindo llegó a la Corte de los Reyes Católicos para encargarse de la educación de las infantas y de la propia Isabel, la soberana de Castilla enseguida supo ver su potencial y la colocó en el círculo de sus consejeros más cercanos.

Más aún, no es exagerado decir que la reina y La Latina eran verdaderas amigas. Galindo formaba parte de una nueva nobleza que ganó trascendencia al calor del cetro de los Reyes Católicos. Era una aristocracia de poder económico limitado pero dispuesta a apoyar a los monarcas en su proyecto de unificación de las instituciones de Castilla y Aragón.

Fruto de esta amistad, Isabel quiso casar a Beatriz con un buen partido y organizó su boda con otro amigo de la Corona, Francisco Ramírez de Madrid, un militar clave en la guerra de la Católica contra su sobrina Juana la Beltraneja y, más adelante, en la Guerra de Granada.

Galindo permaneció junto a Isabel hasta la muerte de su esposo, momento en el que se trasladó a la villa de Madrid para cuidar de sus dos hijos.

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