JAZZ VITORIA

Cecile McLorin o como divertirse y desprender buen rollo

Javier Domaica

Agencia EFE

Publicado el - Actualizado

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Javier Domaica

Cecile McLorin Salvant enseñó al público del Festival de Jazz de Vitoria a divertirse con un estilo musical que tocó todos los palos como el swing y el blues, con una banda que acompañó a una voz con infinitos registros y que desprendió buen rollo en un segunda jornada muy variada.

Con un sonido magnífico siempre se aprecia mucho mejor todo lo que rodea a la música. Así, se merece una mención especial la ingeniería musical de un certamen que topó con un soronidad magnífica donde la voz de la estadounidense Cecile McLorin.

A pesar de la calidad de su acompañantes, el mejor instrumento de la noche fue la maleable voz de esta estadounidense con raíces francesas que se metió al público en el bolsillo desde el principio.

Con Thunderclouds calentó motores, pero se llevó ovación tras ovación. Estoy aprendiendo castellano desde hace 20 años, pero lentamente, matizó una atrevida Cecile, que jugó con su pianista, Sullivan Fortner, y le puso a prueba con alguna improvisación.

La dulzura de Obligation o En el tronco de un árbol enamoraron a un público que se quedó maravillado con unas cuerdas vocales prodigiosas, que navegaron junto a las teclas de un piano fuera de serie, acompañado por el carismático Kyle Poole a la batería.

Gracias a la vida fue un broche exquisito para un concierto ilusionante que dejó un halo de sonrisas y buen humor entre las caras de la platea que gozó de Cecile McLorin, la amiga que todo el mundo querría tener, pero que se fue antes de que nadie quisiera.

El rompedor estilo de Joel Ross cambió el paso en el arranque de la jornada en el escenario principal de Mendizorroza.

Su particular maestría detrás del vibráfono ofreció un concierto cargado de matices gracias a sus notas que sonaban con una limpieza inusitada. Ross y sus dos únicas mazas se enfrentaron a un repertorio bañado en compases y tempos poco habituales pero ejecutados con maestría gracias a su banda Good Vibes, que tuvo numerosos destellos a lo largo de la puesta en escena.

El saxo tenor de Maria Grand ofreció un recital digno de una front woman, mientras que la batería de Jeremy Dutton, el piano de Jeremy Corren y el contrabajo de Kanoa Mendenhall envolvieron todo en un éxtasis casi constante.

Cada artista tuvo su cuota de protagonismo. Pero el viento de Maria Grand silenció un recinto maravillado por su sutileza y presencia en un quinteto muy bien compensado.

Velocidad en las manos y mucho criterio. Ni siquiera el ostinato aplicado por Joel Ross se hacía pesado. Era tan llevadero como las composiciones que se escucharon en un escenario cargado de talento.

Sin dejar el blues de lado, Joel Ross dejó un gran sabor de boca en la audiencia vitoriana.

Antes, el Teatro Principal acogió a Clara Peya, que presentó su disco Corsé con un quinteto que acompañó a la emocional pianista.

Para este viernes aguarda uno de los días señalados donde Michel Camino y Tomatito llevarán el jazz a otra dimensión y en una colaboración intercultural de una calidad extraordinaria. Ambos cerrarán una jornada en el escenario principal en el que Sumrrá y el Niño de Elche romperán las barreras con fusiones vanguardistas.

El teatro vitoriano contará con el guitarrista Eddie Mejía, que liderará un trabajo producido por Bill McHenry e interpretado por un cuarteto con sello nacional.

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Con Carlos Herrera

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