Concha Piquer, reina de la copla: una vida apasionante entre baúles y su sonada rivalidad con Rocío Jurado
El 12 de diciembre de 1990 fallecía en su casa de la Gran Vía de Madrid la valenciana universal, reina de la copla y la tonadilla que triunfó en Nueva York
Madrid - Publicado el - Actualizado
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'Ojos Verdes', 'La Parrala', 'Tatuaje', 'En Tierra Extraña', 'El Romance de la Reina Mercedes', 'A la lima y al limón', 'Coplas de los Siete Niños', 'No te mires en el río', 'No me llames Dolores'... y podríamos seguir con títulos de la copla y la tonadilla española a los que doña Concha Piquer hizo universales, desde que debutara en Nueva York en 1922 conquistando al público de la Gran Manzana con 'El Florero' y la ópera del maestro Penella, 'El gato montés'.
Conchita, como la llamaban en su casa, contaba con tan solo 14 años, cuando regresó a España había cumplido los 19. Desde su paseo triunfal por los Estados Unidos y hasta su retirada en 1958, en lo más alto de su carrera -con 50 años-, fue escrupulosa con sus compromisos profesionales, faltó en contadas ocasiones como cuando nació su hija, el 31 de diciembre de 1945. Pero cuando decidió dejarlo, por problemas con la voz, lo hizo con discrección y elegancia.
Su vida cuenta con algún que otro contrapunto, a saber: su matrimonio fuera de España y con un torero, el Belmonte Rubio, -pese a que no le gustaban los toreros fue esposa y suegra-; su poca sintonía con el régimen de Franco o su rivalidad con el resto de tonadilleras con las que no encajaba. No fue amiga de ninguna, compitió cuerpo a cuerpo con Juanita Reina; qué decir de la Jurado con la que mantuvo un gran desafecto.
Su gran rival, Juanita Reina
¿Qué gran artista no ha tenido algún enfrentamiento sonado con uno de sus grandes coetáneos? Y si no lo ha tenido, estamos los periodistas para magnificar un pequeño roce. Los Rolling Stones con los Beatles, Raphael con Julio Iglesias, Prince y Michael Jackson, Blur y Oasis... Pues entre los años 40 y 60 del siglo pasado, en España había dos grandes divas de la canción española: doña Concha y Juanita que se disputaban la corona de reina de la copla y la tonadilla.
Cuentan quienes saben la historia (ya casi tiene aroma de leyenda), que Concha Piquer y Juanita Reina estuvieron años sin dirigirse la palabra. Una enemistad que comenzó cuando la segunda empezó a triunfar y la primera vio peligrar su trono después de años de reinado con los inigualables poemas hechos copla que para ella escribían Quintero, León y Quiroga que, sin descuidar a la valenciana, comenzaron a componer para la sevillana.
Dicen que Doña Concha llevaba mal los éxitos de Juanita Reina que la fue comiendo terreno sobre todo en el cine con películas como 'La Lola se va a los puertos' o 'Lola la piconera'. Para demostrar que todavía mandaba, la Piquer, consiguió que su rival nunca actuara en el mismo teatro que ella hasta dos meses después firmando un convenio con los empresarios de toda España.
Si algo las diferenciaba, y parece que bastante, es que Concha Piquer, pese a que actuó para Franco en el Pardo en alguna ocasión, nunca simpatizó con el régimen. Por su parte, Juanita Reina actuó hasta en 15 ocasiones para Franco que la calificaba como "su artista favorita". Si olvidaron sus rencillas al final de sus días, no lo sabemos. Concha Piquer nunca desmintió lo malo que se decía de ella; Juanita Reina era una mujer discreta a la que no le gustaba la polémica.
La más grande frente a la más larga
Lo que podía haber sido una larga y gran amistad se convirtió en una enemistad manifiesta. Todo empezó cuando una joven Rocío Jurado acudió a casa de todo un mito, Concha Piquer (que ya se había bajado de los escenarios), por la que sentía una admiración ciega. La de Chipiona entró con un ídolo y salió con la admiración por la valenciana por los suelos.
Pasaron años hasta que una de ellas se manifestó sobre aquel encuentro. Fue en el programa sobre copla 'Cantares', que presentaba Lauren Postigo, cuando Rocío Jurado se destacó con esta frase: "Yo sé que soy más larga que Concha Piquer". En respuesta a tal afirmación, doña Concha siguió con su costumbre de no hacer aprecio, pero su hija Concha Márquez Piquer sí respondió a la Jurado: "Ella se refería seguramente a que calza más pie, porque Rocío calza un 41".
En el programa de TVE, 'Lazos de Sangre' sobre Concha Piquer, su presentador, Boris Izaguirre (gran amigo de Rocío Carrasco, hija de Rocío Jurado), reveló el motivo de esa enemistad entre ambas artistas. Sí, todo viene de aquella visita de la Jurado con su madre al domicilio de Concha Piquer en el que la gaditana le pidió ayuda para conseguir triunfar y vivir, ya que madre e hija malvivían en Madrid.
La reina de la copla se defendía de la rivalidad con el resto de tonadilleras con una frase lapidaria: "mi madre me parió muy guapa, muy bonita, con mucho arte y con mucha simpatía".
Una vida apasionante con los baúles de un lado para otro
María Concepción Piquer López nació el 8 de diciembre de 1908 en Valencia en el seno de una familia humilde, su padre era albañil y su madre modista, aunque las penurias terminarían gracias a la pequeña Conchita que fue profeta no solo en su tierra sino allende los mares.
El éxito le llegó con 13 años en el mismo Nueva York y tras recorrer los escenarios americanos durante cinco años regresaba a España para ponerse al frente de la canción española. Fue la reina indiscutible de la copla y la tonadilla hasta que, sin hacer ruido, decidió retirarse en 1958 antes de que la voz le jugara malas pasadas.
Cuatro décadas encima de los escenarios de España y América son muchos viajes y a Doña Concha, que le gustaba alquilar una casa allá donde iba mejor que ocupar una habitación de hotel, viajaba con su ropa, pero también con ropa de cama, manteles y aceite de oliva. Movía una casa en sus famosos baúles que tanto viajaban ( de ahí que cuando uno viajaba costantemente se decía viajas más que los baúles de la Piquer).
Creó su propia compañía que dirigía con mano de hierro y no permitía ninguna indisciplina como llegar tarde, como le pasó a Manolo Caracol. Su gran pena fue no ver triunfar, como esperaba ya que el listón que le había puesto era muy alto, a su hija, Concha Márquez Piquer.
"Yo soy la otra, la otra y a nada tengo derecho"
"Yo soy la otra, la otra y a nada tengo derecho, porque no llevo un anillo, con una fecha por dentro. No tengo ley que me abone, ni puerta donde llamar, y me alimento a escondidas con tus besos y tu pan", dice la letra del "Romance de la otra" que León y Quiroga escribieron en 1943 para una Concha Piquer enamorada de Antonio Márquez, pese a todo pronóstico, con el que no podía casarse. No podía casarse en España porque el torero conocido como el Belmonte Rubio estaba casado y en nuestro país no se contemplaba el divorcio.
Quién le iba a decir a la tonadillera que se iba a enamorar de un torero, un mundo que no le gustaba nada. Y para no gustarla no solo se casó con uno sino que tuvo que aceptar a otro como yerno. Su hija, Conchín, se empeñó en casarse con Curro Romero, matrimonio que no terminaría de manera amistosa.
Su historia de amor, la de doña Concha y Manuel Márquez, que comenzó por el embrujo de los ojos de él, resistió el paso del tiempo. "Yo lo había visto torear y ya me había fijado en sus ojos azules y pensé que aquel hombre no se me podía escapar. Me enamoré de él por los ojos".
La copla no se puede entender sin la figura de Concha Piquer que contó entre sus amistades con los Perón, Evita fue la madrina de su hija. Poco amiga de las entrevistas, su figura despertó y despertará interés y respeto por una dama, una dama de la historia de la canción en España.