El dibujo de adolescencia de Tim Burton que tardó veinte años en ver la luz: así nació 'Eduardo Manostijeras'
Es una de las películas insignia de Tim Burton y te contamos cómo se le ocurrió la idea cuando el director era apenas un adolescente y que tenía mucho que ver con cómo se sentía él
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Vamos a hacer un viaje en el tiempo, y nos vamos a ir hasta dos fechas separadas por apenas cuatro meses: diciembre de 1990 y abril de 1991. La primera de ellas, en Estados Unidos, y, la segunda, en España. En ambas, pasa exactamente lo mismo, un hito que marcará la industria del cine para siempre: se estrena una de las películas insignia de Tim Burton y, también, de Johnny Depp y Winona Ryder.
Es Eduardo Manostijeras, esa película de fantasía que ocurre en un pueblo remoto estadounidense, Suburbia, y que terminó convirtiéndose en una de culto y un referente de la década de los 90.
Supuso, además, la consolidación de Tim Burton como uno de los directores más especiales y creativos de la industria, que venía de dirigir el corto Frankenweenie, y de dirigir otro de sus clásicos: Beetlejuice, ganadora de un Óscar.
Además, fue de las primeras veces que vimos en pantalla a Johnny Depp, que ganó su éxito internacional gracias al papel de Eduardo Manostijeras, y a Winona Ryder, que había protagonizado ya Beetlejuice junto a Burton.
Sin duda, Eduardo Manostijeras supuso un antes y un después en la carrera del director y del actor protagonista, porque, desde entonces, su relación iría a más y le seguirían más colaboraciones cinematográficas.
Pero, si bien es una película que se convirtió en todo un fenómeno de culto en los 90, la película venía gestándose desde antes: en plena adolescencia de Tim Burton.
Un dibujo y unos problemas sociales que sirvieron de base
Década de los 70, Burbank, California, y una familia de dos hijos que ya nacen con el don de la comedia y de la creatividad. El más mayor de ellos, Thimoty Walter, se sentía, desde bien pequeño, “diferente y asilado. Sientes que no encajas en tu entorno”, explicaba más tarde respecto a su infancia.
Y esa sensación de soledad que tuvo durante sus primeros años, llevó a Tim Burton a desarrollar una creatividad impresionante, que comenzó a plasmarse en el dibujo. Un papel, un lápiz y unos pinceles, eran suficiente para expresar cómo se sentía.
Fue así cómo, en plena ardua adolescencia, el que, unos años más tarde sería un reputado director, dibujó lo que se iba a convertir en Eduardo Manostijeras.
Se trataba de un dibujo en blanco y negro, en el que aparecía un joven extremadamente delgado, con la cara llena de cicatrices, el pelo alborotado, un traje de cuero lleno de cinturones, y, lo más llamativo de todo, unas manos que simulaban alargados cuchillos.
“Cuando empecé a dibujarlo, el impulso emocional era hacer un personaje que no podía tocar, que tenía emociones y que quería sentir cosas, pero que debido a sus dedos afilados, nunca podría tocar a nadie” explicaba años más tarde el director.
Siempre supo que ese dibujo le llevaría a crear una historia con la que él se identificaba, porque, ese esbozo, en realidad, no era más que una representación de sí mismo. “Siempre he sentido que la gente quiere alejarse de mí, aunque no sé bien por qué” confesaría después de la película.
Dicho lo cual, mientras trabajaba en otro de sus clásicos, en Beetlejuice, dio con la idea definitiva para llevar ese sombrío personaje a la gran pantalla y, para eso, nada mejor que contratar a una novelista que puliera los detalles: Caroline Thompson.
“Estábamos una noche de copas y Tim me habló de un dibujo que había hecho en el instituto sobre un personaje que tenía tijeras en sus manos. Enseguida supe qué hacer con ese personaje” comentaba la novelista.
Dicho y hecho, porque solo eso bastó para crear una película clave en la carrera del director.
Una idea muy diferente a lo que finalmente se publicó
Aunque al principio Caroline Thompson no las tenía todas consigo de que, Eduardo Manostijeras, fuera un éxito tal y como lo había dibujado Burton, entendió a la perfección el concepto de “sentir y no poder”.
Por eso mismo, para escribir el guion, quiso inspirarse en la border collie que tuvo cuando era una adolescente, una perrita que, según ella, siempre estuvo “presente” y se alegraba de los éxitos de su dueña, aunque no pudiera transmitirlos.
Era tal la idea que había creado en su mente para dar forma al dibujo de Burton, que el primer ensayo que hizo para la película, fue un musical. “Una de las canciones se llamaba 'No puedo con esto'”, aunque [cuando Burton cambió de idea tras ver el musical] se convirtió en una película más directa y creo que era mejor así” explicaba.
Enseguida fue el casting, y Tim Burton pensó claramente en Johnny Depp, en Winona Ryder (ambos pareja en ese momento) y en Dianne Wiest, que se emocionó al leer el guion inicial.
“Le dije a Johnny Depp que su personaje estaba inspirado en mi perrita y encajó con él. Comprendió todo lo relacionado con el impulso de estar presente y participar y entenderlo con todas las barreras que hay entre nosotros y ellos” explicaba más tarde Caroline Thompson.
Aunque por el camino se quedaron otros actores como Tom Cruise, que no terminaba de conectar con el personaje, Tom Hanks o Gary Oldman, que rechazó deliberadamente el papel y de lo que se arrepintió con el tiempo.
La idea era muy diferente en un principio, pero, algo tenía en común el dibujo original con lo que finalmente se publicó: todo tenía que ser contado con los ojos fantásticos de Eduardo Manostijeras y con la soledad y aislamiento que le caracterizan.
Pero sí, también con la emoción de quien prioriza su corazón antes que su cabeza. Algo así como Tim Burton. Y es quizá esa dualidad la que ha hecho de Eduardo Manostijeras una de las películas más grandes de todos los tiempos, de fantasía, pero, sobre todo, de culto.