Llega ARCO: ¿por qué no conseguimos entender el arte contemporáneo?
Nos guste o no el arte contemporáneo, pasear por los pasillos de ARCO es toda una experiencia
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Hoy abre sus puertas ARCO una de las ferias de arte contemporáneo más importantes del mundo. 130 galerías de 26 países se dan cita en el recinto ferial de Madrid en un encuentro que marca un punto de inflexión tras meses de encierro. No hay secreto que nos ayude a entender muchas de estas obras, ni pecado si no nos gustan, nos dicen los galeristas. Sí, algunos trucos que dependen mucho de nuestra mirada particular.
ARCO cumple 40 años, una fecha de madurez que se ha convertido en una fiesta, en el punto de inflexión para reactivar un mercado que realmente nunca se paró, a pesar de los confinamientos y el miedo del dinero a salir de los bolsillos. Su edición 39, en febrero del pasado año, fue de los últimos acontecimientos internacionales que se celebraron en nuestro país. En aquel momento, todos nos fuimos a las galerías italianas, a la única milanesa, procedente entonces de la ciudad europea más castigada por la covid. La feria de Arte Contemporáneo concita la obra de 1.500 artistas, sin “obra polémica” al parecer. El galerista Guillermo de Osma nos ha contado que “este año hemos venido todos muy pacíficos”. Hay mucha hambre de normalidad, aunque ARCO y obra polémica son ya síntomas. Quizás sea señal de que aún le queda un rato a la normalidad absoluta.
El arte contemporáneo ha vendido bien durante los meses duros de la covid. El galerista de la calle Claudio Coello de Madrid nos confiesa que “vender en pandemia ha sido difícil, pero hemos podido hacerlo, porque somos industrias culturales y estamos abiertos al público, mostramos gratuitamente nuestras colecciones, pero también somos un negocio. Hemos sobrevivido positivamente, con un balance positivo, aunque menos que otros años porque la gente estaba retraída, pero ha habido llamadas, ha habido interés: el mercado ha seguido”. A pesar de que en este caso no sirve la foto: “el diálogo con la obra, la materia, el color, la luz, las ondas que te manda… eso es fundamental, lo que pasa aunque uno no quiera. Esa relación física que luego se convierte en espiritual no se puede sustituir”. Por eso, concluye, las ferias son tan importantes.
Entender el arte contemporáneo
Al común de los mortales nos cuesta entender muchas de las obras de los artistas más contemporáneos. Un plátano, la nada, una botella medio llena, medio vacía…, en muchas ocasiones se nos escapa y nos parecen una tomadura de pelo y, en muchas ocasiones, lo son. Que un autor esté representado en uno de los grandes museos de arte contemporáneo del mundo suele ser garantía de calidad. Que un galerista te invite a apreciarla, también. Decía Soledad Lorenzo, una de las grandes coleccionistas de arte contemporáneo español que hay que educar la mirada inteligente. No es fácil. Le preguntamos a Guillermo de Osma por qué nos cuesta tanto entenderlo. Estaba en ARCO, montado su stand al que ha llevado a un buen número de autores, casi todos del siglo XX. “Lo primero es que se ha abierto mucho el espectro del arte -reflexionaba el galerista- piensa que en el siglo pasado había un cierto orden en los movimientos que se iban sucediendo, cada uno cambiaba o tenía otra forma de ver sobre lo que se hacía antes. Ahora todos esos movimientos se dan al mismo tiempo: estoy viendo los stands de mis vecinos y hay pintura abstracta, video, pintura figurativa…, hay de todo, todo se da a la vez, y todo es posible. Yo creo que eso hace más difícil juzgarlo y penetrar. Pero es como todo: hay que ponerse a ello, ser muy abierto y olvidarse un poco de que eso lo hace mi hijo, lo que se decía de Miró. Hay que enfrentarse al arte contemporáneo con los ojos y el espíritu muy abierto, y sin muchos prejuicios”.
Más consejos nos da Guillermo de Osma: si no te gusta no lo mires, “es muy legítimo si exiges cosas que no se dan en la obra y no lo tiene, que no te guste. Si uno no entra en el mensaje de la obra, no pasa nada. No lo mires. Yo cuando voy al Prado me paro muy poco en las salas de Rubens, y sé que es un pintor muy importante, pero me voy directamente a las de Velázquez que me gusta mucho más. Con el arte contemporáneo hay que hacer lo mismo. Todo no te puede gustar. Hay que ser abierto, intentar entender, y ahí estamos los galeristas para explicar y dar claves y guías, pero eso depende mucho del espectador”. Guillermo de Osma nos confiesa que a los galeristas les gusta que la gente vaya a ver lo que tienen “luego si compran te toca la lotería, pero nosotros estamos ahí también para hacer una labor didáctica”.
Nos guste o no el arte contemporáneo, pasear por los pasillos de ARCO es toda una experiencia. Hay color, hay vida, hay buena energía, y te puedes echar unas risas si el muro alicatado y medio roto que preside un stand y que representa la quiebra de la sociedad occidental según el autor, te recuerda a la vieja casa de la abuela. Entre el posible ruido siempre hay obras que te llenan el alma de emoción.