El templo de Artemisa: la destrucción de una de las 7 maravillas del mundo antiguo
Repasamos la incrédula razón de la quema de una de las construcciones más representativas de la historia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Para quien no conozca la existencia de esta increíble construcción, lo primero que es necesario destacar es que el Templo de Artemisa es uno de los más representativos del mundo e historia antigua.
Está considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Situado en la ciudad de Éfeso (Turquía) y se construyó para honrar la figura de Artemisa, una de las deidades más veneradas. Diosa de la caza, los animales salvajes, el terreno virgen, los nacimientos, la virginidad y las doncellas.
"He posado mis ojos sobre la muralla de la dulce Babilonia, que es una calzada para carruajes, y la estatua de Zeus de los alfeos, y los jardines colgantes, y el Coloso del Sol, y la enorme obra de las altas Pirámides, y la vasta tumba de Mausolo; pero cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esas otras maravillas perdieron su brillo, y dije: 'aparte del Olimpo, el Sol nunca vio algo tan grandioso'". Afirmaba Antípatro de Sidón, autor de la popular lista.
Entre los muchos objetivos que tenía la construcción a parte de los propósitos religiosos servía para como una atracción para los comerciantes que pasaban por allí e incluso para los reyes que rendía homenaje mediante diversas ofrendas como joyas y otros tesoros. No podemos olvidar tampoco que incluso llegó a servir de guarida para los perseguidos debido a que nadie se atrevía a pasar y poder profanar el templo.
No obstante, el punto de inflexión en esta historia la encontramos cuando, según cuenta el historiador griego Plutarco, un hombre denominado Eróstrato decidió quemar el templo que había llevado un siglo construir.
LA RAZÓN
El incendio tenía una única y clara razón. Cuando Eróstrato fue detenido, confesó que lo había hecho simplemente para que su nombre fuese recordado para la eternidad.
Esto supuso que, además de ser torturado y ejecutado, su nombre quedó prohibido bajo la pena de muerte. Con el paso del tiempo, el castigo de mencionar su nombre quedó en el olvido ya que el historiador contemporáneo Teopompo lo mencionó en una de sus obras.