Ignacio García Magarzo, director general de Asedas

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Joaquín Vizmanos

Publicado el - Actualizado

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En las últimas horas el Gobierno ha puesto a los supermercados en el centro de la diana, les ha utilizado como chivo expiatorio ante los problemas que sufre el campo y el impacto que está teniendo en el empleo agrario. “Nos sentimos víctimas de la desinformación”, asegura a COPE, Ignacio García Magarzo, director general de Asedas (Asociación Española de Distribuidores de Autoservicios y Supermercados) que aglutina a buena parte del sector.

Los supermercados están a la espera de la llamada del ministro Luis Planas para reunirse. Dejan claro que se ponen a disposición del Gobierno, de la industria agroalimentaria y de las organizaciones agrarias “para trabajar juntos en cualquier medida que ellos puedan aportar para paliar algunas producciones del sector agrícola y ganadero que están pasando en este momento por una situación grave”.

Sin embargo, rebaten algunas de la acusaciones que se han lanzado desde el Ejecutivo y el campo. Aseguran que ponen en valor el trabajo de los agricultores “cuidando y mimando el producto todos los días”. Niegan además que vendan a pérdidas para atraer clientes. “Las empresas de supermercados no tienen ningún interés en perder dinero con los productos que venden”, nos cuenta García Magarzo.

El director general de Asedas avisa que una mayor intervención de los precios, del mercado puede provocar al final un encarecimiento de la cesta de la compra. “Ese riesgo existe sí, pero trabajaremos para evitarlo porque esa es nuestra responsabilidad en la cadena. Nuestro único límite, nuestra única línea roja en todo este debate es que no se vea perjudicado el consumidor”, afirma.

Formación de los precios

García Magarzo reconoce que estamos ante un problema complejo porque son varios frentes los que están provocando la crisis del campo. En el caso de los precios asegura que los estudios que se han hecho explican que en España se forman de una manera “muy eficiente” porque porque hay mucha competencia. El consumidor, afirma, tiene capacidad elegir o cambiar de supermercado. Todos tenemos muy cerca una gran oferta de alimentación y los que quieren o se tienen que mantener en el mercado lo tienen que hacer siendo competitivos en precios. Eso evita, nos cuenta, cualquier idea de que pueda haber un eslabón intermedio que se esté apropiando el valor cargando los márgenes que no sean adecuados. “Ese exceso de margen se pagaría en el precio final y te quitaría clientes directamente por no ser competitivos”, señala el director general de Asedas.

Lo que también demuestran los informes, en su opinión, es que hay un eslabón que es el primero que en algunas producciones no pueden poner todavía precio su producto porque varía en función de circunstancias que son muy cambiantes como el tipo de cosecha, la climatología las importaciones y las exportaciones. “Siempre que hay un problema en el campo se dice que el problema es de precios en origen pero solo es así en algunos productos”, dice. Reconoce que ahora lo hay en el aceite de oliva pero no por ejemplo con la carne de porcino que está en máximos por la elevada demanda de China.

Como solución, aboga por integrar la oferta para tener una gran capacidad negociadora y fijar unas condiciones de salida de los productos que sean adecuadas. Recuerda que Holanda lo ha hecho con sus cooperativas lácteas, con 20.000 socios, o en el norte de Europa con la carne. Afirma que en España se aprobó una ley en 2013 para favorecer esta integración pero “desgraciadamente vamos muy lentos”. En nuestro país hay más de 3.000 cooperativas, solo 1.100 de aceite. “No es sostenible”, apunta. Además de este esfuerzo de integración, la otra forma de asegurar que los precios sean adecuados es garantizar la estabilidad de las relaciones y ahí viene la ley de la cadena alimentaria. Lo se que trata es de que no haya un producto en el campo que se venda sin un contrato y sin un precio cierto.

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