Un doctor en medicina estética advierte del principal problema de usar ácido hialurónico en exceso: "Caras en serie"
Sergio Fernández, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Medicina Estética, advierte de varios malos usos que se hace con esta sustancia
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Cristina López Schlichting habla con Sergio Fernández, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Medicina Estética
Madrid - Publicado el
3 min lectura
Cada vez es más común el uso del ácido hialurónico en tratamientos estéticos. Lo que hace unos años era una opción reservada para personas a partir de los 35 o 40 años, hoy se ha convertido en una tendencia entre jóvenes e incluso adolescentes. La búsqueda de una apariencia más juvenil o de rasgos faciales más definidos ha impulsado el auge de estos procedimientos en clínicas de todo el país.
Sin embargo, junto con este crecimiento, han surgido preocupaciones sobre su uso indiscriminado y los riesgos asociados. Uno de los problemas más alarmantes es que el 65% de los procedimientos estéticos en España son realizados por profesionales no cualificados, según la Sociedad Española de Medicina Estética. Además, clínicas ilegales, como la recientemente descubierta en Madrid, ponen en peligro la salud de sus pacientes con prácticas irresponsables, como la reutilización de agujas o el uso de productos caducados.
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Muchos tratamientos en España se hacen en clínicas ilegales
"HAY MUCHOS PROCEDIMIENTOS EN CENTROS NO HOMOLOGADOs"
El doctor Sergio Fernández, vicepresidente segundo de la Sociedad Española de Medicina Estética, advierte sobre los riesgos de estos procedimientos cuando no se realizan en centros homologados. "Nos sorprendieron mucho las cifras del estudio que encargamos, y por eso iniciamos la campaña 'Tu cara ya no me suena', donde los pacientes pueden informarse sobre cómo encontrar un centro seguro y qué profesionales deben estar a cargo de los tratamientos", explica.
Uno de los problemas más visibles derivados del uso excesivo del ácido hialurónico es la estandarización de los rostros, lo que algunos especialistas llaman "caras en serie". Fernández señala que el abuso de estos productos puede llevar a una apariencia poco natural. "Lo que está ocurriendo es que se están acortando demasiado los tiempos entre los procedimientos y empezamos a ver esas caras infladas, que parecen todas iguales", comenta.
El ácido hialurónico es una sustancia utilizada en medicina estética por su capacidad para hidratar la piel y restaurar volúmenes faciales. Su versatilidad permite diferentes aplicaciones, desde la reducción de arrugas hasta el aumento de labios y pómulos. "Este producto puede fabricarse con diferentes densidades, lo que permite su uso en diversas áreas del rostro", explica Sergio Fernández. "No siempre se trata de aumentar el volumen; también se emplea para mejorar la hidratación de la piel y minimizar arrugas finas", añade.
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El ácido hialurónico está muy popularizado
los problemas del mal uso de ácido hialurónico
A pesar de sus beneficios, el mal uso del ácido hialurónico puede traer complicaciones. Fernández insiste en la importancia de verificar que los productos sean seguros y estén debidamente registrados en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. "Es fundamental que los pacientes exijan la etiqueta del producto y que los médicos la incluyan en su historia clínica. Esto garantiza que el material utilizado tenga trazabilidad y cumpla con las normativas sanitarias", subraya.
La proliferación de clínicas ilegales agrava la situación. Recientemente, una clínica en el barrio de Chamberí, en Madrid, fue clausurada por utilizar bótox caducado de origen desconocido y reutilizar jeringuillas. "Nos parece surrealista que, a día de hoy, haya centros donde se reutilicen agujas. Esto representa un riesgo enorme, ya que enfermedades como el VIH o la hepatitis pueden transmitirse fácilmente", advierte Fernández.
Más allá de los riesgos sanitarios, también es necesario reflexionar sobre los efectos sociales y psicológicos del abuso de la medicina estética. La presión por alcanzar estándares de belleza irreales ha llevado a muchos jóvenes a someterse a tratamientos sin medir las consecuencias a largo plazo. "Los médicos tenemos la responsabilidad de asesorar a nuestros pacientes y evitar que caigan en excesos que alteren su identidad facial", concluye Fernández.